23 julio, 2008

Las tejas del Claustro de San Buenaventura

Es una especie de acertijo o reto, y lo hace difícil la falta de datos. Pero también es una bonita historia. En los voladizos de los tejados de las casas de campo mallorquinas era habitual encontrar tejas pintadas. Su origen es medieval y poco más se sabe acerca de su procedencia ni de cuándo exactamente llegó este uso a Mallorca. Parece que su presencia se extendió desde los predios y casas de la montaña hacia toda la isla. El valle de Sóller guarda aún bastantes ejemplos. También se encuentran en Muro, Binissalem, Esporles, Sancelles... Su carácter es siempre popular, muy simple y con alguna función apotropaica o profiláctica, protectora de la cubierta de la casa y de sus habitantes. Por supuesto, se las encuentra también en lugares muy alejados de Mallorca, como se ve en este precioso ejemplo de Chuquinga, Peru.

Guillem Rosselló Bordoy acaba de publicar un curioso libro: Les teules del claustre, donde da cuenta del hallazgo de una serie de tejas pintadas, éstas de carácter culto y del siglo XVII, en el Convent de Sant Bonaventura de Llucmajor. Son en concreto 134 tejas, una pequeña parte de todas las tejas decoradas que componían el voladizo completo, las cuatro aguas, del claustro de aquel convento franciscano. Todas las tejas de aquel voladizo estaban pintadas y formaban un texto. Así, el acertijo al que me refería al principio es reconstruir la frase que podía leerse. Las escasas tejas supervivientes están desordenadas porque ya habían sido reutilizadas en varias reformas del edificio, y de las 134 que hoy nos quedan solo nos son útiles las 64 que contienen una letra claramente legible. Todavía hay 19 más de lectura dudosa. Se ha calculado que entre los cuatro tramos de tejado sumarían alrededor de 280 tejas. Con estos números deberíamos buscar la frase bíblica, jaculatoria o sentencia franciscana que enmarcaba el cielo del claustro. Quizá con la ayuda de algún potente programa informático, pero más probablemente con el apoyo de una fuente documental complementaria, encontraremos algún día la solución. De momento, vale como reto. Por si alguien quiere acometerlo, estos son los datos crudos:

Letra A .......... 3
Letra B .......... 2
Letra C .......... 3
Letra D .......... 2
Letra E .......... 10
Letra G .......... 1
Letra I ........... 11
Letra L .......... 1
Letra M ........ 4
Letra N ......... 6
Letra O ......... 4
Letra Q .......... 1
Letra R .......... 2
Letra S .......... 2
Letra T .......... 3
Letra V (U) .... 5
Letra X .......... 1

Hay más informaciones e hipótesis en el libro que comentamos (del que hemos extraído las dos imágenes que aquí veis), pero poco añaden para la averiguación de la frase. A ver si alguno de nuestros lectores especialmente sabio en usos y costumbres franciscanos es capaz de dar con ella.

2 comentarios:

Julia dijo...

A punto de cambiar mi nick para camuflarme y no cansar con continuas apariciones...
Me permito de todas formas preguntar ¿no es una letra Q la de la primera foto? (no aparece esta letra en la lista)
Y también ¿no se entendería ya la frase que formaban las tejas cuando se alteró su orden para reparar el techo? ¿Ya no importaba lo que se leía? ¿O tampoco en su origen habría tenido un orden de lectura tan evidente?
Fascinantes, como siempre, estos enigmas detectivescos de la cultura. ¿Qué filólogo o historiador no tiene algo de Auguste Dupin? (aunque sepa que no suele haber respuestas unívocas).
¡Bienvenida sea la vuelta del autor después de larga ausencia!

Studiolum dijo...

Ooops! Gracias, Julia: me comí la teja con la Q como si fuera el apetitoso :-( búcaro de barro de la princesa Margarita en Las Meninas! Espero no quedar opilado, Dios mío.

Y, en efecto, no queda registro alguno de la frase que componían las tejas que daban la vuelta al patio. Se han recuperado estas pocas tejas después de varias reparaciones, y estaban completamente desordenadas. Creo que sería una hazaña (o verdaderamente un azar) solucionar el acertijo.