27 enero, 2009

El poder de las imágenes: notas para una rinocerontología (III)

3.
Con lo dicho hasta ahora (I y II) adquiere un aire de perogrullada la sentencia de Oscar Wilde de que «la naturaleza imita al arte». Nuestro rinoceronte empezó una vida por su cuenta desplegándose hacia todos los rincones de la Europa del siglo XVI. Pero la línea de descendencia pocas veces es directa. Estos ejemplos que vemos aquí saltaron del grabado a la escultura, el relieve y la tapicería, pero difícilmente los artistas que los manufacturaron pudieron haber tenido delante una copia original del grabado de Durero.

Giambologna: Grotta degli Animali, Firenze, Villa di Castello, después de 1537

Catedral de Pisa, detalle de la puerta de bronce, del taller de Giambologna, 1ª mitad del XVI

Castillo de Kronborg (Dinamarca), gobelino holandés de c. 1550

Se conocen bastante bien las reimpresiones de la plancha de Durero y sabemos así que la fortuna de la imagen fue mucho más allá que el alcance directo de estas láminas, celosamente encerradas en los gabinetes de los coleccionistas. Su diseminación, pues, se produjo especialmente a partir de los varios manuales, compendios, enciclopedias o tratados divulgativos del período que, por muy diversas razones, no solo la zoológica, tuvieron a bien representar al prodigioso animal.

Rinoceronte de Durero, 8ª ed. Willem Janssen, Amsterdam, siglo XVII

David Kandel (1520-1592), un grabador que adquirió su mejor fama en trabajos naturalistas, especialmente en el Kreüter Buch, Herbario o Libro de las plantas de Hieronymus Bock, copió también para la Cosmographia (1ª ed., 1544) de Sebastian Münster el grabado de Durero. El éxito y la difusión tremendas de esta obra (con treinta y tres ediciones entre 1544 y 1628), sus abundantes traducciones y la participación de artistas de la talla de Hans Holbein o Urs Graf, sí que implantó definitivamente la imagen que comentamos en el imaginario europeo. Aquí podemos ver tres de sus apariciones (con las iniciales de Kandel) en sucesivas ediciones de la Cosmographia.




Una de sus peculiaridades es que la plancha parece que se rompió después de las primeras impresiones y, desde entonces, se apreció con claridad una línea o grieta transversal casi en el medio. En las ediciones coloreadas, como la francesa de 1580 que vemos en segundo lugar, se intenta reparar la fractura repintándola. Y aún en ediciones posteriores, como esta de 1598 que vemos en tercer lugar, cuando la plancha ya se ha deteriorado evidentemente, las dos mitades aparecen algo desplazadas. Esta plancha creada para la Cosmographia se usaría asimismo en otras publicaciones de Basilea, como la obra del humanista alemán Conrad Lycosthenes, Prodigiorum ac ostentorum chronicon (Cronicón de prodigios y portentos), de 1557, un registro ilustrado de curiosidades, acontecimientos maravillosos y fenómenos de muy vario orden desde la Antigüedad.


Luego Paolo Giovio la retomaría para sus importantísimas Imprese, pero esto lo veremos más abajo.

Un segundo gran impulso diseminador de similares características parte de la Historia animalium (1550-8), del médico suizo Conrad GesnerThierbuch, en el título de la versión alemana, 1563 y traducido al inglés en 1606—. Esta primera enciclopedia zoológica en cuatro tomos recogió minuciosamente, en tres folios de apretada tipografía, todas las informaciones acerca del rinoceronte. En los grabados coloreados que reproducimos de la obra de Gesner se puede apreciar de manera espectacular la disparidad de los colores, que revela la total ignorancia que se tenía al respecto.




En este sentido, aún es más impresionante la coloración que encontramos en un ejemplar de otro de los libros de animalística que más se difundieron, el monumental de Ulises Aldrovandi, publicado en once tomos in folio entre 1599 y 1640.


Con el tiempo, se advierte una estilización de los rasgos del animal, pero sin perder un ápice, sino al contrario, reforzando aún más los rasgos impuestos por el original de Durero. El caso es evidente en la obra del cirujano francés Ambroise Paré, producción quizá de menos pretensiones científicas ni artísticas que las anteriores pero de igual o mayor éxito masivo.


La personalidad de Paré se nos hace simpática desde el mismo motto que eligió para sí: «Guérir quelquefois, soulager souvent, consoler toujours» (curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre). La inclinación hacia lo grotesco propia de cierto enciclopedismo divulgativo barroco es perceptible ya aquí, exagerándose mucho más las rugosidades, texturas, motas y rasgos exóticos del animal. Con todo, cierto interés individualizado de Ambroise Paré hacia el rinoceronte se demuestra en el tratado que dedica al licornio, Discours de la licorne, París: Gabriel Buon, 1582. Habla ahí del origen de las creencias sobre el cuerno del unicornio considerado como medicina contra los venenos y la peste, y propone su identificación con el rinoceronte (como hemos comprobado que es habitual). En esta obra, además de publicar el grabado que aquí vemos, representa las peleas con los elefantes que comentaremos en una próxima entrada.

1 comentario:

Anonymous dijo...

Muy interesante serie. Es curioso que el interés por los paquidermos que, venidos de la India, ingresaron en Europa en el principio del siglo XVI por la vía de Lisboa, los elefantes Annone y Salomón y el rinoceronte Ganda, parece haber resurgido con fuerza últimamente, quizás a raíz del reciente libro de José Saramago "A Viagem do Elefante". Casi simultánemente se publicó em Lisboa "Salomão O Elefante Diplomata", de Jorge Nascimento Rodrigues y Tessaleno Devezas, el cual contiene también capítulos sobre Ganda y Annone, el elefante regalado al Papa León X por el Rey Don Manuel de Portugal en 1514. Este libro reproduce un grabado en madera del rinoceronte (p. 57), de Hans Burgkmair, de Augsburgo, contemporáneo del de Durero (1515), de la Graphisch Sammlung Albertina, Viena.