26 enero, 2009

El poder de las imágenes: notas para una rinocerontología (II)

2.
Pierio Valeriano, de Bolzano, fue el primer humanista del Renacimiento en darse cuenta de una manera clarísima de que la gran masa de redescubrimientos clásicos que engrosaba el cuerpo de conocimientos de su época estaba modificando radicalmente los símbolos de la alta cultura, y que, en consecuencia, podía ser un buen negocio editar un diccionario de ese nuevo lenguaje simbólico basado en la cultura clásica. Serviría por igual a mecenas, humanistas, pintores y escritores que quisieran adoptar un aire moderno y mostrar su dominio de la nueva erudición. La intuición fue acertada y su diccionario de símbolos, publicado con el título de Hieroglyphica en casi mil páginas in folio —cuya primera edición digital en tres idiomas estamos preparando en Studiolum, y un facsímil de la ed. de 1575 puede consultarse en la Biblioteca Virtual Cervantes— se convirtió rápidamente en un best seller comercial y cultural. Fue publicado ocho veces entre 1556 y 1678, traducido al italiano y al francés y aún se utilizaba en el siglo XIX. Hoy nos ayuda a entender mucho mejor aquella cultura.
Valeriano compiló el vasto corpus a partir de un gran número de fuentes, desde los autores clasicos a los teólogos medievales, y desde las representaciones mitológicas a los relieves de los obeliscos o arcos triunfales. Las monedas antiguas ostentaban un lugar eminente en este sistema. Eran entonces consideradas como fuentes históricas autorizadas en un rango similar al de las obras escritas. Como dice el autor de uno de los primeros manuales numismáticos, Sebastiano Erizzo:
Sì come di molte & varie cose, per le istorie habbiamo noi conoscimento, che ogni diletto di tutti gli altri spettacoli & discipline auanzano, così gl’istorici, che di quelle scriuono, spesse fiate con molti errori, opinioni diuerse, & fauole, la verace istoria ci tengono ascosta. A rimedio di ciò, per auiso mio prouidero gli antichi, lasciandoci tanta copia di marmi, di scritture & di bella istoria illustrati; le statue tante & sì varie de i loro Dei, & de gli huomini illustri; i superbi edificij, gli archi notabili, la tanta quantità di antiche medaglie in oro, in argento, & in varij metalli formate. Le quali cose della istoria, & della grandezza de gli antichi ci danno riscontro & testimonianza vera. … Di cotali antichità dilettatomi io sempre, fino dalla mia prima età, & ricercando parimente tutte le istorie greche & latine, incominciai à voler intendere i riuersi lati delle medaglie antiche, per gli molti & varij libri delle istorie, in tal maniera drizzando il corso di tali studij, che esse medaglie mi seruissero in vece di imagini, & rappresentationi di tante cose belle, che nelle istorie sparse si leggono. (Discorso sopra le medaglie antiche, Venecia, 1559, págs. 2-3)

Aunque hemos sido instruidos por el arte de la historia en muchas cosas diversas que sobrepasan el disfrute de todos los otros entretenimientos y disciplinas, también los historiadores que de ello escriben nos ocultan a menudo con sus errores, opiniones varias y fábulas la veracidad de la historia. En mi opinión fue para remediar estas faltas que los antiguos nos dejaron una tan abundante cantidad de mármoles, escrituras y bellas historias ilustradas; tantas estatuas de sí mismos y de sus dioses, y de los hombres ilustres; los soberbios edficios, los arcos notables, la gran cantidad de medallas antiguas acuñadas en oro, plata y varios metales. Cosas que nos dan cuenta y verdadero testimonio de la grandeza de los antiguos... Gozando yo de tales antigüedades desde mis primeros años y buscando a la par todas las historias griegas y latinas, comencé a descifrar con su ayuda los reversos de las medallas antiguas, con los muchos y varios libros de historias, dirigiendo el curso de aquellos estudios de tal modo que esas medallas me sirvieran como imágenes y representaciones de tantas cosas bellas que en las historias dispersas se leen.
Es obvio que Valeriano, al poner la mano en la entrada «Rinoceronte», empieza la interpretación de las imágenes simbólicas de este animal con una moneda. Al menos, así dice su texto:
Qui Rhinoceronta in Domitiani numis inspexêre, quid id signum sibi velit, quaeritare solent. Ego factum id ad Principis adulationem dixerim, qui animalia huiusmodi spectaculis obtulerit. (Pierio Valeriano, Hieroglyphica, Basilea, 1575, 2.21 «Rhinoceros»)

Quienes miran la imagen del rinoceronte en la medalla de Domiciano suelen preguntarse por su significado. Yo diría que fue hecha para adular al emperador que tenía a estos animales preparados para la lucha en el circo.
La recuperación y el coleccionismo de monedas antiguas dio origen al florecimiento de la literatura numismática renacentista (también está en curso de publicación una selección de los libros más importantes de medallas y monedas de esta época en nuestro Studiolum). El contenido de sus descripciones se agrupaba normalmente alrededor de la figura de los sucesivos emperadores y —de permitirlo la generosidad del patrón o del impresor— ofrecían también al lector los grabados de las monedas. Es llamativo que no hayamos podido encontrar en ninguno de ellos la moneda de Domiciano con el rinoceronte. Seguramente fue una pieza rara, del mismo modo que era inusual ver la imagen de un rinoceronte. Por supuesto, las monedas romanas, que a causa de su similitud con los amuletos también fueron consideradas en ciertas circunstancias objetos mágicos, portaban muchas veces las imágenes de dioses protectores y alegorías imperiales. Aunque esta moneda hubiera sido conocida al menos desde Valeriano, tuvimos que esperar hasta fecha tan tardía como 1683 para verla aparecer en una colección impresa. Y lo hizo en uno de los compendios más importantes y autorizados de la época, el Thesaurus numismatum imperatorum, publicado en tres tomos in folio, en París, por el renombrado coleccionista y grabador de Berna Andreas Morellius. La edición de 1684 de la revista de la London Royal Society, Philosophical Transactions, enfatizaba su importancia:
This ingenious and diligent Helvetian, as a fair instance what humane industry may effect, if fixt and resolv'd, hath already delineated above twenty thousand different and ancient Coynes, which is a very considerable part of the sorts reserved in the Cabinets of the Princes of Europe, and alsoe an admirable advantage to the Philologist.

Este ingenioso y diligente helvético, dando buen ejemplo de lo que puede llevar a cabo la industria humana si es tenaz y resuelta, ha dibujado cerca de veinte mil monedas diferentes y antiguas, lo que es una parte muy considerable de las series guardadas en los gabinetes de los príncipes de Europa, y también un admirable avance para el filólogo.
En este catálogo encontramos hasta tres —o, si se nos permite decirlo así, dos y media— monedas con el rinoceronte, cuyos grabados reproducimos aquí a partir de la edición de Westein de la obra de Morellius (Amsterdam, 1752). En la página 497 del segundo tomo encontramos esto


Y en la página 494, esto

Ambas monedas fueron acuñadas por Domiciano. La de más arriba, en bronce, circuló con dos reversos diferentes: en una versión el animal miraba a la izquierda, y en la otra versión, a la derecha. La otra moneda la incluye Morellius entre las de oro procedentes de Alejandría y Egipto, y traduce así al latín la inscripción griega: «Tribunitia Potestate Consul XIIII.», es decir, «Decimocuarto Consulado por la Potestad de la Asamblea del Pueblo», lo que sirve para datar la moneda el año 88 d. C. Sobre tales supuestos, Morellius da la siguiente explicación de la utilización de la imagen del rinoceronte:

Domitiani Consulatus XIIII. incidit in annum V. C. 841. Chr. 88. quo Saeculares Ludos fecit, & Nasamones, & Dacos iterum vicit. Rhinoceros utrumque & ludos & bellum indicat; qui etiam munificentiae, & aeternitatis Imperii est insigne.

Domiciano empezó su decimocuarto consulado en el año 841 de la fundación de la ciudad y en el 88 del nacimiento de Cristo, cuando organizó juegos y también venció a los nasamones y dacios. El rinoceronte alude tanto a los juegos [cosa que, recordemos, ya dice Valeriano] y a la guerra, y simboliza tanto la abundancia como la eternidad del imperio.
Los espectáculos y juegos se organizaban con motivo de los centenarios de la fundación de Roma, y la mayoría de los primeros emperadores hacían esfuerzos ímprobos para demostrar por medio de cálculos indiscutibles que el aniversario tenía lugar exactamente durante su gobierno. Este centenario de Roma fue, por tanto, celebrado por una serie de césares. Las fiestas de este annus Domini 88, organizadas con especial derroche por Domiciano, hasta serían recordadas por Suetonio y Marcial.

Como podemos ver, los rinocerontes de las monedas se parecen notablemente al dibujo de Durero. Tienen el conspicuo «segundo cuerno», el «modelo ala-de-dragón» en el «costado de la coraza» y, en general, la postura del animal, sus patas y la estructura de la armadura son prácticamente idénticas a las del rinoceronte del Papa. ¿Hasta qué punto es lícito pensar que Durero supliera con la observación de las monedas de Domiciano las más que seguras lagunas del bosquejo del natural de Fernandes? El amigo de Durero, humanista de Augsburgo, anticuario y consejero imperial, Conrad Peutinger, con quien trabajó en toda una serie de encargos artísticos imperiales —Peutinger en el programa y Durero en su ejecución— fue uno de los más afamados coleccionistas de monedas de su tiempo, y compuso en 1511 el primer catálogo manuscrito de efigies y títulos de los emperadores tal como se hallaban en las monedas antiguas. Es muy posible que al menos una de las dos monedas de arriba —y si nosotros nos tuviésemos que pronunciar nos decantaríamos por la de oro, con el modelo claro ala-de-dragón— estuviera entre las de su colección, y que el dibujo de Durero, entonces, se realizara sobre el patrón del rinoceronte romano. Pero un rinoceronte romano que había llegado a la ciudad casi mil quinientos años antes que el que embarcaron en Lisboa.

Qué bien si pudiéramos acabar aquí esta nota, sentarnos a la sombra de la parra y beber un merecido vaso de vino de Falerno. Sin embargo, nos queda todavía un pequeño asunto pendiente.

En el segundo tomo del moderno catálogo estándar, Roman Imperial Coinage, en el capítulo «Domitian» encontramos las siguientes monedas con los números RIC 249 (434) y 250 (435):



Ciertamente, solo pueden ser las mismas monedas de bronce que nos presentaba Morellius, más aún porque no hay ninguna otra moneda de bronce con la efigie de un rinoceronte en todo el RIC.

Y, aún así, son muy diferentes tanto del dibujo de Durero como de la propia —supuesta— copia de Morellius. No vemos el «segundo cuerno» surgiendo de las cubiertas del lomo, no hay «corazas» ni «armaduras» por ningún lado, y hasta las patas son delgadas y más parecidas a las de las reses o caballos que encontramos en otras monedas de la época, lo que testimonia de nuevo que los artistas desde siempre ajustaban lo que veían a los esquemas visuales comunmente aceptados.

Y la otra moneda, la de oro con el modelo ala-de-dragón, ni siquiera figura en el completo Roman Imperial Coinage.

Esto no significa automáticamente que no existiera nunca tal modelo. Al menos Morellius debió ver un ejemplar. El RIC se va ampliando continuamente, pero está aún muy lejos de ser absolutamente completo. El Imperatorum Romanorum Numismata (1730) de Franciscus Mediobarbus Biragus, por ejemplo, también recuerda una moneda acuñada el mismo A. D. 88 con la representación de un rinoceronte y un elefante juntos. En cambio, el RIC no dice nada de ello. Sin duda, una gran moneda de oro emitida en Egipto con una inscripción griega es una pieza rara. El único ejemplar copiado por Morellius pudo perderse con los años o estar escondido en cualquier parte.

No obstante, al mirar las monedas de bronce se levanta la sospecha: ¿copiaría Morellius la moneda de oro correctamente? Ciertamente, no es este el caso ocurrido con las de bronce, y bien podría ser que también hubiera superpuesto la copia directa de la moneda que tenía ante los ojos y la copia mental que se había forjado de un rinoceronte «de verdad» a partir de la entelequia de Durero.

No es nuestro objetivo en estas notas establecer las fuentes exactas de la imagen de Durero, otros han deliberado en abundancia sobre ello, sino poner los ojos sobre la «vida secreta», las atracciones mutuas y las asimilaciones entre las imágenes renacentistas. Nos damos por satisfechos revelando que no fue Durero quien usó las imágenes de Domiciano como modelo, sino Morellius quien adaptó sus representaciones de las monedas al grabado de Durero, y que éste, a su vez, fue elaborado a partir de otro modelo indirecto. En este caso, obviamente, no tendremos tanto una imagen de Durero que representa un rinoceronte que vivió mil quinientos años antes, y, en cambio, sí tendremos el dibujo de una moneda de Domiciano que representa presuntamente al desgraciado animal de Lisboa que vivió mil quinientos años después de la emisión de la propia moneda.

Y ahora ya no sé
si Zhuangzhi soñó que era
una mariposa o la mariposa
soñó que era Zhuangzhi, aunque
alguna diferencia entre Zhuangzi y la mariposa
existe ciertamente.

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