02 febrero, 2012

Nueva Barcelona (Hungría, 1735)


El gobernador vino hasta la Nueva Barcelona. Los españoles, que predominaban en gran número, habían exigido este nombre. El nombre turcoserbio de la antigua e inhabitada Beckerek era una palabra impronunciable para ellos. Con orgullosas esperanzas habían marchado al imperio de su antiguo rey Carlos. Pero esta pobre gente tampoco pudo soportar el clima de aquí. El canal que iba de Temesvar hasta donde ellos se encontraban discurría a través de tierras pantanosas; su agua estancada rodeaba el lugar y millones de peces que a causa de las crecidas quedaban esparcidos en tierra se pudrían al sol. La pestilencia inundaba el aire de la zona.
(Adam Müller-Guttenbrunn, Der Grosse Schwabenzug
–La gran emigración de los suabos–, Leipzig, 1931)


Por entonces rodeada de pantanos, Nagybecskerek (en húngaro), Bečkerek (en serbio), Großbetschkerek (alemán), Becicherecul Mare (rumano), es decir, la actual Zrenjanin serbia puede verse en este detalle de la Tabula Hungariae, c. 1528. En este mapa, la ciudad aún pertenecía al Reino de Hungría. En 1551 la ocuparían los turcos hasta que en 1716 fue incorporada a la monarquía habsbúrgica, que puso gran empeño en mejorarla y explotar toda la zona, repoblándola principalmente con colonos suabos (este es el origen de la premio nobel de literatura en 2009 Herta Muller). Más o menos así estaba el lugar cuando llegaron los españoles para fundar la Nueva Barcelona en 1735.

Josephinische Landesaufnahme, 1763-87. Detalle de la zona del distrito de Becskerek, donde se fundó Nueva Barcelona. Puede obtenerse el mapa completo en alta resolución (35 Mb). Otros mapas de interés.

Contábamos hace unos días la creación de la República del Ángel cerca de la ciudad de Vilnius, cruzando el río. Pero la historia de esta otra fundación más allá del Danubio, a orillas del Bega, tiene tintes más sombríos, es más conmovedora y acabó mal. Habla de un grupo de españoles, la mayoría catalanes, cuya vida quedó atrapada entre dos complicadas circunstancias: por una parte el exilio de los austracistas derrotados en la Guerra de Sucesión española y, por otra, la política territorial de los Habsburgo en la frontera con los turcos, concretamente en el Banato, alrededor de Temesvar (hoy la Timisoara rumana).

La represión borbónica en tierras catalanas fue durísima desde el once de septiembre de 1714, cuando las tropas del nuevo rey Felipe V doblegaron Barcelona tras un asedio de algo más de un año. El exilio catalán había empezado ya en 1713, así como una resistencia guerrillera especialmente beligerante durante los años 1718-20. Pero la resistencia fue diluyéndose y hasta a uno de sus capitanes más activos, el incombustible y pintoresco Pere Joan Barceló, alias Carrasquet, lo encontraremos también por la Nueva Barcelona transdanubiana, para acabar muriendo en el Rin, luchando en la fortaleza de Brisach en 1743 (ver un dibujo actual de su figura).

Algunos de los exiliados de espíritu ilustrado hacían planes utópicos para una nueva vida lejos de España. La magnífica Biblioteca de Brera, en Milán, abierta por la archiduquesa María Teresa en 1773, guarda un curioso manuscrito donde su autor, Josep Plantí, aparte de comparar Barcelona con una Troya en llamas de la que salen los exiliados para fundar una nueva y superior patria al amparo de Carlos VI, describe en detalle las normas y la organización de una ciudad ideal donde han de convivir en paz y armonía los españoles en tierras húngaras.

Urbem, quam statuo, vestra est, subducite
rebus experti revocate animos maestumque
timorem mittite forsan, et haec meminisse
juvabit. Tendimus Ungariam, sedes ubi fata
quietas ostendunt, illic fac regna resurgere
Ibericae. Durate et vosmet rebus servate
secundis. […]
La ciudad de que hablo es vuestra: vamos,
manos a la obra y, con la experiencia que tenéis
levantad los ánimos y apartad el triste temor.
Os ayudará tener esto presente: nos dirigimos a Hungría,
donde el destino nos muestra una sede tranquila
y allí resurgirán los reinos ibéricos. Resistid
y protegeos con esta situación favorable.

Josep Plantí: Exhortación del Emperador Carlos VI, en Hemistichia ex Virgiio lib. 1 Aeneidos (d. 1725).

No hay constancia de que el manuscrito llegara a manos de algún ministro. Lo cierto es que el tiempo fue pasando. Los exiliados españoles, acogidos con generosidad en Viena y Buda, cobrando pensiones de diversa cuantía, empezaban a pesar demasiado económicamente y había grandes tierras al este, potencialmente fértiles, recién recuperadas a los turcos, que exigían nuevos pobladores. Se eligió el Banato, una zona de condiciones muy duras para unos españoles que en su mayoría ya no eran jóvenes y que no estaban acostumbrados a las tareas del campo que allí les aguardaban.

Planta de Nueva Barcelona, hoy Zrejanin, en el Banato de Temesvar, 1766
(ÖStA/Finanz und Hoffkamerarchiv, Viena)

El resultado fue que de las más de ochocientas personas que llegaron hasta allí en tres tandas, volvieron a Buda y a Pest (y luego muchos pasaron a Viena), según los cálculos más fiables, solo 347 personas. La peste y otras enfermedades fueron sus peores enemigos. La aventura había durado de 1735 a 1738 y el proyecto de la Nueva Barcelona se abandonó. En un acto de generosidad, María Teresa de Austria ofreció dos años de pensión por adelantado a aquellos exiliados que quisieran regresar a España. El Banato, al encenderse la Cuarta Guerra Turca (1737-1739) volvió a su condición de primera línea de fuego durante decenios. Las vidas azarosas de los protagonistas de esta historia en gran parte permanecen en la oscuridad. Recientemente, el historiador Agustí Alcoberro ha publicado un magnífico resumen de cuanto se sabe de los acontecimientos: La «Nova Barcelona» del Danubi (1735-1738). La ciutat dels exiliats de la Guerra de Successió, Barcelona, 2011, pero es seguro que aún queda mucha documentación esperando en los archivos de Viena y Budapest.

Una prueba de la buena disposición de Nagybecskerek / Zrenjanin para hospedar a gentes venidas de los lugares más exóticos es este recibimiento que dispensaron a Buffalo Bill y su circo en 1906. Aquí se guardan otras imágenes de la memoria histórica de la ciudad.

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