En las calles del barrio antiguo de la ciudad de Palma, en los arcos y patios interiores, en las joyerías cerca del Call y las bóvedas de los baños árabes, en la fachada de la iglesia ucraniana y las capillas de las cofradías, en las tascas y en las tabernas del puerto una extraña y oscura conspiración teje sus redes, invisibles para el que pasa, al igual que en la Praga de Ajvaz. Sólo algunas señales sueltas aquí y allá dan pistas de esta grandiosa conspiración que ya llega, como Wang Wei ha descubierto, desde Cataluña hasta Transilvania. Y su descubrimiento refuerza y complica el que hemos hecho recientemente tan solo unas manzanas más allá.
Seguro que recuerdan el Partido Húngaro del Perro con Dos Colas. Participó en las elecciones generales de 2006 con un programa sencillo e insuperable: «Vida eterna. Cerveza gratis. Reducción de impuestos». Por supuesto, ganaron los comicios con un 98% de votos. Pero el lobby de anatomo-patólogos, los propietarios de funerarias, los productores de cerveza y los asesores fiscales cambiaron los resultados en un escandaloso pucherazo.
Es tan dulce, desde luego, él nunca robaría. – Perro con dos colas, ¡Presidente!
Apóyanos. Mira el fondo de mis ojos. Vótanos.
Vida eterna. Cerveza gratis. Bajada de impuestos.
Apóyanos. Mira el fondo de mis ojos. Vótanos.
Vida eterna. Cerveza gratis. Bajada de impuestos.
Sin embargo, el Partido Húngaro del Perro con Dos Colas. no se da por vencido. Están preparando las próximas elecciones abriéndose a la colaboración internacional. Y lo podemos atestiguar con esta señal secreta, solo para iniciados, que hemos descubierto en Palma mientras subíamos por la calle de la Pietat, yendo desde la calle Concepció al Jardí Botànic. Se encuentra en este letrero de «Perfil», comercio que parece abandonado pero, como el signo demuestra, las apariencias engañan: el edificio vacío es, obviamente, refugio clandestino de la célula local del partido.
Y los hilos de la conspiración van mucho más lejos, no solo en el espacio, sino también en el tiempo. No queremos abrir la Caja de Pandora antes de tiempo, pero déjenme decirles esto: cuando demos a conocer los detalles, Dan Brown enfermará de envidia.