Multa impuesta por el Gobierno Civil de Gipuzkoa al Sr. Joaquín Rivera Barnola. Motivo: hablar en catalán por teléfono desde el Hotel Europa de San Sebastián. Corría julio de 1937, a un año de iniciada la Guerra Civil. Nótese el uso despectivo de «dialecto».
Algunos políticos y medios de comunicación de las Islas Baleares, de vez en cuando —especialmente cuando se acercan las elecciones— azuzan un presunto problema lingüístico en esta Comunidad Autónoma. Sin embargo, los habitantes de las islas, por lo general, no perciben problema alguno. Es una comunidad habituada al bilingüismo (de momento, catalán / castellano), con una implantación relativamente fuerte del uso de la lengua propia, el catalán, en todos los ámbitos y que ha sabido acoger sin problemas tanto las grandes oleadas de inmigración trabajadora (española, sobre todo andaluza, pero últimamente también africana o de Europa del Este), como la presencia creciente del turismo internacional. De vez en cuando hay alguna discusión. Ayer mismo, por ejemplo, tuvimos que asistir a una reunión de nuestra comunidad de vecinos. Uno de ellos contó que se había dirigido a uno de los albañiles que trabajan en la casa en catalán, y éste le había respondido con un mal gesto diciendo —«¡Hábleme en cristiano!» Ya tuvimos el lío montado.
Colofón de la traducción al catalán de la Biblia impresa en Valencia en 1478. Se atribuye la traducción a fray Bonifaci Ferrer —hermano de san Vicenç Ferrer— o a Berenguer Vives y Daniel Vives (hay discusión sobre este punto). La denominación «lengua valenciana» (obviamente: lengua de Valencia) no está aquí cargada de las mismas connotaciones con que la cargan hoy los detractores de la unidad lingüística por motivos políticos. Esta traducción es la tercera impresa en una lengua moderna. |
Pero los partidos políticos se encargan de amplificar estas discusiones domésticas. El catalán presenta formas dialectales, como no podría ser de otra manera —y más en una lengua que perdió durante largos períodos su legitimación dentro del estado español y todo prestigio cultural dentro del propio territorio. Además, Cataluña, Baleares y Valencia forman entidades políticamente autónomas, con capacidad para decidir sobre su modelo lingüístico y educativo; y se habla catalán en zonas externas al ámbito de la cooficialidad catalán-castellano: la Franja de Ponent (frontera aragonesa), Andorra, Alguer (Cerdeña), el Rossellón, Pirineos Orientales (Francia)... De este modo, los partidos estatales más centralistas y contrarios al uso del catalán, alimentan de vez en cuando las disensiones internas, apoyados por grupos minoritarios constituidos en general por gentes de escasa formación. En Baleares, la principal maniobra suele ser dar una imagen de fragmentación lingüística del catalán hablado en las islas. Háganme el favor de escuchar este discurso del actual Presidente del Gobierno Balear, José Ramón Bauzá, durante su campaña electoral:
«¡Eliminaremos cualquier normativa lingüística que impida el uso equilibrado y normal de los usos lingüísticos! ¡Suprimiremos la normativa de normalización lingüística! ¡Suprimiremos los libros de texto en catalán!...»
Es como si dijera: acabemos con cualquier principio de orden en la lengua, no hay normas, no hay necesidad de conocer unos mínimos de gramática común, de ortografía común; reduzcamos la lengua a un uso casual, familiar, suficiente para hablar con nuestros caducos abuelos pues, si de nosotros depende, nuestros hijos ya no la hablarán ni, por supuesto, la necesitarán para nada. Ya leerán la literatura catalana en traducciones... ¡Si Ramon Llull, Ausiàs March, Carles Riba o nuestros más cercanos mossèn Llorenç Riber o Francesc de Borja Moll oyeran estas barbaridades, saltarían fuera de sus tumbas!
Diccionario catalán - latín publicado en 1637 en Barcelona por el jesuita Antoni Font. Contiene también un apartado con las primeras normas ortográficas del catalán.
Oyendo un disparate tan colosal, nos preguntamos por qué se paró Bauzá en el «formenterense» (¿qué demonios será eso?). ¿Por qué no tuvo el coraje de proponer libros en las modalidades de Pollença, Sóller, Felanitx... y otros pueblos dentro de la misma isla de Mallorca que también presentan diferencias respetables? En fin, para poner un poco de orden y dar a nuestros lectores una opinión contrastada de máxima seriedad —pues el tema, en verdad, es preocupante—, pedimos la opinión, por escrito, a un profesor de la Universitat de les Illes Balears, Joan Melià, que años atrás fue, justamente, Director General de Política Lingüística, cargo que en el gobierno actual del señor que acaban de escuchar ha sido suprimido. Esta es la nota que nos ha mandado:
L’objectiu del model lingüístic escolar fins ara vigent a les Illes Balears és que, pel que fa a les dues llengües oficials (el català, com a llengua pròpia, i el castellà, com a llengua oficial a tot l’Estat), els alumnes en acabar l’ensenyament obligatori siguin capaços d’expressar-se en les dues llengües. L’experiència educativa dels darrers anys mostra que la manera més adequada d’assolir aquest objectiu és que, al sistema escolar, ja des de les primeres etapes educatives, el català hi tengui una presència, com a llengua vehicular, clarament superior al castellà. Quan no és així, els escolars que no tenen el català com a llengua familiar solen acabar els estudis obligatoris amb uns coneixements molt deficitaris d’aquesta llengua, cosa que els impossibilita que puguin comunicar-s’hi amb fluïdesa. La situació sociolingüística (tant per la presència gairebé exclusiva del castellà en determinats àmbits com per les inèrcies de comportament en els usos interpersonals) explica que una presència de dedicació horària equilibrada de les dues llengües en el sistema escolar, o favorable al castellà, doni com a resultat que una part considerable dels alumnes acabin amb unes competències molt insuficients de llengua catalana. En altres paraules, que l’escola no garanteixi, a la pràctica, la bilingüització efectiva de tots els alumnes. A part dels desavantatges personals que els pot suposar en determinats àmbits, en una situació de minorització lingüística, l’existència de monolingües en la llengua expansiva assegura les dificultats d’ús (actiu i passiu) de la llengua minoritzada.
Una altra manera d’aprofundir en la minorització d’una llengua és difondre la representació social de la seva fragmentació. La finalitat és que sigui percebuda (tant interiorment com des de l’exterior) d’una demografia menor de la que té en realitat; sobretot avui dia, que les dimensions de les comunitats lingüístiques tenen una incidència més gran que mai sobre les possibilitats reals d’usar la seva llengua amb plenitud de funcions. El territori on es parla la llengua catalana està fragmentat políticament per quatre fronteres estatals i, dins l’Estat espanyol, per cinc fronteres regionals. Tot i que el català és una de les llengües romàniques més unitàries, aquesta divisió ha estat aprofitada per difondre la percepció de fronteres lingüístiques on només són administratives. En el cas de les Illes Balears, en els moments en què hi ha hagut moviments a favor de la recuperació del català en els usos oficials i públics, des de començament del segle XX fins ara, des de determinats sectors del poder polític ha estat forçada la imatge de la fragmentació lingüística (ja sigui en forma de secessionisme, de rebuig del nom unitari o de particularisme excloent). L’objectiu és crear entrebancs a aquesta recuperació. En aquest sentit, si s’aconsegueix que els usuaris de la llengua no n’acceptin la unitat, les dimensions lingüístiques reals, ni una varietat estàndard compartida, i, a la pràctica, només considerin propis els productes en la seva varietat dialectal, se’n dificulta la viabilitat de funcionar com a llengua idònia per a tots els usos. Així, per exemple, en el cas de l’escola, pretendre que els infants hagin d’estudiar en llibres de text fets en la varietat lingüística de cada illa, impossibilita a la pràctica l’existència de llibres de text en català. Ara bé, el fet que a les Balears hi hagi quatre illes habitades, amb forta percepció identitària diferencial, dificulta que el secessionisme pugui oposar globalment la realitat balear a la resta del domini lingüístic i l’empeny a plantejaments delirants i irrealitzables com aquest mateix de defensar l’existència de llibres de text en les quatre varietats insulars.
La finalidad del modelo lingüístico escolar hasta hoy vigente en las Islas Baleares es que los alumnos al acabar la enseñanza obligatoria sean capaces de expresarse en las dos lenguas oficiales (el catalán, como lengua propia, y el castellano, como lengua oficial en todo el Estado). La experiencia educativa de los últimos años demuestra que la manera más adecuada de lograr este objetivo es que, ya desde las primeras etapas educativas, el catalán tenga una presencia en el sistema escolar claramente superior al castellano como lengua vehicular. Cuando no es así, los escolares que no tienen el catalán como lengua familiar suelen acabar los estudios obligatorios con unos conocimientos muy deficitarios de esta lengua, lo que les impide comunicarse con fluidez. La situación sociolingüística (tanto por la presencia casi exclusiva del castellano en numerosos ámbitos como por las inercias de comportamiento en los usos interpersonales) explica que una dedicación horaria igualitaria de las dos lenguas en el sistema escolar, o favorable al castellano, dé como resultado que una parte considerable de los alumnos acaben con unas competencias muy insuficientes de lengua catalana. En otras palabras, que la escuela no garantice, en la práctica, la bilingüización efectiva de todos los alumnos. Aparte de las desventajas personales que les puede suponer en determinados ámbitos, en una situación de minorización lingüística, la existencia de monolingües en la lengua expansiva asegura las dificultades de uso (activo y pasivo) general de la lengua minorizada.
Otra manera de profundizar en la minorización de una lengua es difundir la representación social de su fragmentación. La finalidad es que sea percibida (tanto interiormente como desde el exterior) una demografía menor de la que tiene en realidad; sobre todo hoy en día, cuando las dimensiones de las comunidades lingüísticas tienen una incidencia más grande que nunca sobre las posibilidades reales de usar su lengua con plenitud de funciones. El territorio donde se habla la lengua catalana está fragmentado políticamente por cuatro fronteras estatales y, dentro del Estado español, por cinco fronteras regionales. A pesar de que el catalán es una de las lenguas románicas más unitarias, esta división ha sido aprovechada para difundir la percepción de fronteras lingüísticas donde sólo son administrativas. En el caso de las Islas Baleares, en los momentos en que ha habido movimientos a favor de la recuperación del catalán en los usos oficiales y públicos, desde comienzo del siglo XX hasta ahora, determinados sectores del poder político han forzado la imagen de la fragmentación lingüística (ya sea en forma de secesionismo, de rechazo del nombre unitario o de particularismo excluyente). El objetivo es poner trabas a esta recuperación. En este sentido, si se consigue que los usuarios de la lengua no acepten la unidad, las dimensiones lingüísticas reales, ni una variedad estándar compartida, y, en la práctica, sólo consideren propios los productos en su variedad dialectal, se dificulta la posibilidad de funcionar como lengua idónea para todos los usos. Así, por ejemplo, en el caso de la escuela, pretender que los niños tengan que estudiar en libros de texto hechos en la variedad lingüística de cada isla, impide en la práctica la existencia de libros de texto en catalán. Ahora bien, el hecho que en las Baleares haya cuatro islas habitadas que tienen una fuerte percepción identitaria diferencial, dificulta que el secesionismo pueda oponer globalmente una realidad balear frente al resto del dominio lingüístico y empuja a planteamientos delirantes e irrealizables como este mismo de defender la existencia de libros de texto en las cuatro variedades insulares.
Página de las Homilies d'Organyà, s. XII, primer texto en catalán.
Hay que añadir que, como suele ocurrir siempre en estos casos en los que interviene el ardor electoral, parece que últimamente, una vez que ha ganado las elecciones, José Ramón Bauzá ha aflojado un poco sus ansias destructoras del catalán en Baleares. Nos consta que en su mismo equipo de gobierno hay gentes que le han aconsejado que lo piense un poco mejor. Veremos cuáles son los siguientes pasos cuando, según cantan todas las encuestas, venza el Partido Popular en las próximas elecciones generales del 20 de noviembre y se acentúe el ya muy acelerado impulso centralista del estado español de los últimos años.