03 junio, 2009

Divagaciones de Julia D'Onofrio sobre unas «reflexiones intempestivas» de Wang Wei

Mateo Alemán: Guzmán de Alfarache, Amberes 1681Escribe Julia:

A raíz de las reflexiones de Wang Wei y de los comentarios que suscitaron, me acordé de estos párrafos del Guzmán de Alfarache (1599) de Mateo Alemán que había leído unas semanas antes y que tanto me habían llamado la atención.

Eso pasa hoy al pie de la letra [buscamos ser creadores a imagen y semejanza de Dios]. Queremos hacer o contrahacer. ¡Cuán bien me parece el ave que en mi casa crío, el cordero que nace en mi cortijo, el árbol que planto en mi huerto, la flor que en mi jardín sale! Cómo me huelgo de verla en tal manera, que aquello que no crié, hice o planté, aunque sea muy bueno, lo arrancaré, destruiré y desharé, sin que me dé pesadumbre, y lo que es obra de mis manos, hijo de mi industria, fruto de mi trabajo, aunque no sea tal, como hechura mía, me parece y la quiero bien.

Del árbol de mi vecino y del conocido, no sólo quitaré la flor y fruto, mas no le dejaré hoja ni rama y, si se me antojare, cortaréle el tronco. Del mío me llega al alma si hallo una hormiga que le dañe o pájaro que le pique, porque es mío. Y en resolución todos aman sus obras. Así, en quererlas bien me parezco al que me crío y dél lo heredé yo. (Guzmán de Alfarache Parte I, Libro iii, capítulo 4)

Alemán parece siempre buscar la ambigüedad y no dejar claro al lector cuál es la intención de las afirmaciones de su texto, enunciado por su pícaro protagonista (pecador y arrepentido, engañoso y clarividente). Nótese, por ejemplo, la argucia de asimilar el amor de Dios hacia sus criaturas al egoísmo vanaglorioso de querer lo propio al punto de destruir lo ajeno.

Pero sus palabras despiertan varios interrogantes ¿existe este amor propio, o amor a lo propio, tan ciego y poderoso? Y si existe, ¿son aquellos que lo experimentan el tipo de personas que andan por el mundo buscando sólo lo que les es similar y despreciando lo diferente? Es decir ¿son éstos los que si están fuera de su país se alegran de encontrar compatriotas ruidosos para participar de quién sabe qué prepotente sentimiento nacional que parece sólo poder explayarse cuando pisotea lo extranjero, a diferencia de algunos de nosotros que en la misma situación más bien queremos alejarnos y negar la pertenencia a un grupo que nos avergüenza?

Lo curioso es que no creo que odiemos a nuestro país, en circunstancias normales no negaríamos nuestra nacionalidad, pero sí seguramente despreciemos a aquellos que se regodean en el amor que odia, el que parece no poder alcanzan una identidad sin menospreciar lo que es ajeno (como he visto muchas veces en turistas argentinos). Si bien, por los relatos que hasta aquí se han hecho, pienso que tal vez esto lo percibamos más que nada en nuestros compatriotas, aunque en realidad esté en los petulantes, maleducados y chauvinistas de todas las naciones.

Por eso, en el extranjero, si en algún momento pensamos que se nos puede asimilar a un grupo semejante, si creemos que vamos a quedar definidos por un ejemplo de ese tipo, huimos, nos escondemos y negamos tres veces antes de que cante el gallo... Somos distintos, como distintos son tantos otros compatriotas que no nos avergonzarían. Es un problema de identidad, tal vez. Una identidad que no rechaza de dónde viene pero que no espera definirse restando sino sumando y aceptando la multiplicidad.

La cita del Alemán a su vez me hizo recordar dos emblemas españoles que hablaban del amor propio. Quizás esta excesiva mirada crítica a lo propio, que –en contra de las palabras de Guzmán– para mí es tan (patológicamente) natural se deban a la temible vergüenza de caer en la vanagloria sobre la que ambos emblemas advierten. Falta simbolizada por monas, es decir, remedos defectuosos de los humanos.

Sebastián de Covarrubias, Emblemas morales, I.98: Nulli non sua forma placet
Uno de Sebastián de Covarrubias (Emblemas morales, 1610) que tiene por mote Nulli non sua forma placet [Ninguno está disconforme con su aspecto] con la imagen de una mona mirándose al espejo
Siendo la mona abominable y fea,
Si acaso ve su rostro en un espejo
Queda de sí pagada, y no desea
Otra gracia, beldad, gala o despejo.
La mal carada se tendrá por dea,
Del rostro acicalando el vil pellejo,
Y cada qual, de gloria desseoso,
Lo feo le parece ser hermoso.

Juan Francisco de Villava, Empresas espirituales y morales, 1613: Sic sua quique placent
Otro de Villava (Empresas espirituales y morales, 1613) con el mote Sic sua quique placent [A cada uno le placen sus cosas] con una mona que abraza a su monito.
No ay quien de ver a la fruncida mona,
Qual anda enamorada,
De sus negros hijuelos, no se ría,
Qual se ufana y entona,
Porque entiende que cosa más salada,
Más luzida y hermosa no se cría
Y alguno que riendo
Se está, no advierte en propio amor ardiendo,
También él se enamora de sus cosas.
Covarrubias en la glosa reflexiona sobre la importancia de conocerse a sí mismo, que en definitiva roza también la cuestión de la propia identidad que mencionábamos antes.

Villava, más duro en su moralización, condena el amor propio como una pasión que enceguece y que, por no mediar distancia entre el ser amado y el amante, nunca permite juzgarse correctamente.

¿Estaremos condenados o al desprecio de nosotros mismos o a la ciega vanagloria? ¡Quién tuviera una fórmula para el escurridizo equilibrio!

21 mayo, 2009

¡Uníos!


Palma de Mallorca, Street of the Gekko
En las calles del barrio antiguo de la ciudad de Palma, en los arcos y patios interiores, en las joyerías cerca del Call y las bóvedas de los baños árabes, en la fachada de la iglesia ucraniana y las capillas de las cofradías, en las tascas y en las tabernas del puerto una extraña y oscura conspiración teje sus redes, invisibles para el que pasa, al igual que en la Praga de Ajvaz. Sólo algunas señales sueltas aquí y allá dan pistas de esta grandiosa conspiración que ya llega, como Wang Wei ha descubierto, desde Cataluña hasta Transilvania. Y su descubrimiento refuerza y complica el que hemos hecho recientemente tan solo unas manzanas más allá.

Palma de Mallorca, Carrer Pietat, Bar Perfil, Two-Tailed Dog
Seguro que recuerdan el Partido Húngaro del Perro con Dos Colas. Participó en las elecciones generales de 2006 con un programa sencillo e insuperable: «Vida eterna. Cerveza gratis. Reducción de impuestos». Por supuesto, ganaron los comicios con un 98% de votos. Pero el lobby de anatomo-patólogos, los propietarios de funerarias, los productores de cerveza y los asesores fiscales cambiaron los resultados en un escandaloso pucherazo.

Two-Tailed Dog for President!Es tan dulce, desde luego, él nunca robaría. – Perro con dos colas, ¡Presidente!
Apóyanos. Mira el fondo de mis ojos. Vótanos.
Vida eterna. Cerveza gratis. Bajada de impuestos.

Sin embargo, el Partido Húngaro del Perro con Dos Colas. no se da por vencido. Están preparando las próximas elecciones abriéndose a la colaboración internacional. Y lo podemos atestiguar con esta señal secreta, solo para iniciados, que hemos descubierto en Palma mientras subíamos por la calle de la Pietat, yendo desde la calle Concepció al Jardí Botànic. Se encuentra en este letrero de «Perfil», comercio que parece abandonado pero, como el signo demuestra, las apariencias engañan: el edificio vacío es, obviamente, refugio clandestino de la célula local del partido.

Palma de Mallorca, Carrer Pietat, Bar Perfil, Two-Tailed Dog
Palma de Mallorca, Carrer Pietat, Bar Perfil, Two-Tailed Dog
Palma de Mallorca, Carrer Pietat, Bar Perfil, Two-Tailed Dog
Palma de Mallorca, Carrer Pietat, Bar Perfil, Two-Tailed DogComrade.

Y los hilos de la conspiración van mucho más lejos, no solo en el espacio, sino también en el tiempo. No queremos abrir la Caja de Pandora antes de tiempo, pero déjenme decirles esto: cuando demos a conocer los detalles, Dan Brown enfermará de envidia.

Prague, Old Jewish cemetery, tomb of Handel Bassevi
Prague, Old Jewish cemetery, tomb of Handel BasseviPraga, Antiguo Cementerio Judío. Tumba de Handel Bassevi

08 mayo, 2009

A vueltas con el 'Volksgeist'

Estos días pasados hemos estado en la Università degli Studi de Turín, en un congreso en que se debatieron las Relaciones Lingüístico-literarias entre España y Portugal. Convocados por la Scuola di Dottorato in Lingue e Letterature Moderne y bajo la coordinación del profesor Giancarlo Depretis, participaron con nosotros Jorge Urrutia, Francisco José Martín, Francisco Escobar, Orietta Abbati, Piero Ceccucci, Mª Caterina Ruta, Gianna Carla Marras, Veronica Orazi, Fernando J. B. Martinho y Elisabetta Paltrinieri (ved el cartel con los títulos de los trabajos).

Independientemente del tema concreto que se tratara —pero especialmente cuando se mencionaba la palabra iberismo— la discusión y el diálogo resbalaban hacia las características que definen a ambos pueblos, probándose de nuevo lo difícil que es sustraerse a tantos tópicos que la historia ha ido acumulando, reforzando y ultilizando de manera interesada desde cualquiera de los dos lados. Y el caso es que, en el fondo, los tópicos suelen tener algún origen real y comprobable.

Hace ya unas semanas pude asistir en Palma a una visualización extrema del contraste entre dos pueblos. Fue en el marco del XIII Festival Mundial de Danses Folklòriques. Coincidieron en el tablado de la Plaza Mayor, primero el grupo Nganzo Ngali, de Ruanda: un estallido de ritmo, alegría y estruendo de tambores, saltos y giros, sonrisas y compleja y generosa joie de vivre. El público llevaba el ritmo y sonreía sin poderlo evitar. Y acto seguido, sin apenas transición, subió al escenario el Rancho Folclórico da Casa do Povo Aveiras de Cima, en Ribatejo, Portugal. La melancolía nos cayó encima como una infinita ducha fría, y el contraste entre los tambores africanos y el apagado aire del acordeón, punteado solo por el suave golpeo sobre un búcaro, una tinaja de lata o el leve raspado de una tabla produjo el efecto de un eclipse súbito de sol. Seguramente ésta fue una sensación injusta porque desenfocaba, por contraste excesivo, la historia de todo un pueblo (y además esta agrupación se alzó con el tercer premio del certamen). Pero ¿quén podría negar el tópico del portugués saudoso, triste, pesimista hasta cuando festeja y baila, viéndoles encima de aquellas tablas?

Invito a contemplar las fotos, porque creo que sobran las palabras. En ellas se comprueba también una profunda distancia entre los seres humanos, más allá del color o del lugar concreto en que habiten. Bastan los gestos, los ojos, las marcas del rostro, sin necesidad de que se oiga la música. Observad, por ejemplo, las miradas de los portugueses y sabréis lo que significa la expresión «mirar hacia adentro».

Nganzo Ngali, Ruanda.







Ribatejo, Portugal