Es un consuelo dar, en estos tiempos oscuros, con textos que aún nos recuerdan la importancia real de las humanidades, al modo de los maestros Poggio Bracciolini, Leon Battista Alberti, Lorenzo Valla, Leonardo Bruni...
Si tú también, como todo ser viviente, te riges por el deseo de ser feliz, querido Francesco, repite conmigo: «Rana, rana, ranam, ranae ranae, rana». Familiarízate con los intríngulis de las proposiciones temporales: «Ubi, ut, ubi primum, ut primum, simul, simulac, simulaque, dum, donec, quod, antequam, priusquam, cum...». Y, sobre todo, aprende la estructura de las oraciones condicionales para que no quepan en ellas el engaño, el chantaje y la mentira.
Bolesław Miciński, Respuesta a la carta de Francesco, ciudadano de Roma –1947– (citado por Zbigniew Herbert, El laberinto junto al mar –2013–).
...Y sobre todo aprende la estructura de las oraciones condicionales para que no quepan en ellas el engaño, el chantaje y la mentira.
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