La Sociedad Española de Emblemática ha convocado su X Congreso Internacional, que organizaremos en Palma dentro de un año redondo. Después de darle muchas vueltas al título, cosa que iba alambicándolo hasta hacerlo casi esotérico, hemos optado por uno que quizá sea algo obvio para este tipo de encuentros: Encrucijada de la Palabra y la Imagen Simbólicas. En cierto modo, esto define básicamente al emblema. Pero esta encrucijada también marca el peculiar núcleo desde donde nosotros analizamos la historia cultural en su conjunto.
Luego tuvimos que idear el cartel. El hecho de que sea ya el X Congreso, nos permitía enlazar la «X» de la numeración romana con el concepto mismo de encrucijada que presenta el título. Rebuscando en la memoria se nos apareció el magnífico manuscrito Mira Calligraphiae Monumenta donde el maestro calígrafo Georg Bocskay diseñó página tras página una obra compleja en la que exhibía todas sus dotes en el arte de dibujar las letras. Lo dejó acabado en 1562 pero luego el cuaderno cayó en manos de Rodolfo II, en Praga, quien, admirado de la precisión de Bocskay, decidió convertirlo en una obra verdaderamente única y digna de sus colecciones.
Para ello, encargó al mejor iluminador de manuscritos que pudo encontrar, Joris Hoefnagel, que lo decorara a su gusto y sin ahorrar esfuerzos. Hoefnagel no solo cumpliría sobradamente el encargo sino que añadió de su mano todo un juego tipográfico donde las ilustraciones copiadas o fantaseadas a partir de elementos naturales se unían al rigor matemático de la tracería y la composición de las letras.
Ahí está la «X» que queríamos: la divisa del emperador Augusto, el cangrejo que atrapa entre sus pinzas a una mariposa —imagen habitualmente unida al mote latino Matura, o variante del Festina lente manuziano comentada por Simeoni— se metamorfosea en signo gráfico. Encrucijada de palabra e imagen, sí, pero también indicio de haber llegado —madurando— hasta el décimo congreso de la Sociedad. Veinte años ya —X-X— sin faltar a la cita.
Ahí está la «X» que queríamos: la divisa del emperador Augusto, el cangrejo que atrapa entre sus pinzas a una mariposa —imagen habitualmente unida al mote latino Matura, o variante del Festina lente manuziano comentada por Simeoni— se metamorfosea en signo gráfico. Encrucijada de palabra e imagen, sí, pero también indicio de haber llegado —madurando— hasta el décimo congreso de la Sociedad. Veinte años ya —X-X— sin faltar a la cita.
Divisa del impresor Francisco Frellon, en Hans Holbein, Retratos o tablas de las historias del Testamento Viejo hechas y dibujadas por un muy primo y sotil artífice, Lyon, 1543
Haremos, en todo caso, cuanto esté en nuestra mano para que el cangrejo no nos conduzca hacia atrás, como éste –más bien un bogavante– que arrastra al pobre bufón en el diálogo entre el Noble y el Perdido de I marmi del Doni, (Venecia, 1552, Lib. IV, 19).
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