El viejo puente de Shaxi cruza el río Heisui saliendo por la Puerta Oriental. La ciudad aún no existía y el puente ya estaba en pie. Sobre él corría la ruta del té y los caballos desde lago Erhai, en el sur, atravesando los valles de la cordillera de Hengduan, hacia los pasos de montaña del Tíbet. Un antepasado suyo estuvo antes ahí, en el siglo VIII, cuando la dinastía Tang empezó los envíos regulares de té de Yunnan al Tíbet a cambio de caballos. En su forma actual como puente de piedra fue construido bajo la dinastía mongola de Yuan en el siglo XIII, junto a otros miles que buscaban mantener el imperio mongol cohesionado. Marco Polo también pisó estas losas. Más tarde, cuando la dinastía Ming en la década de 1390, después de largas batallas, conquistó Yunnan, último bastión de los mongoles, se intentó reforzar la unidad del imperio mediante la fundación de monasterios budistas. Cerca de la cabeza derecha del puente pero lo suficientemente lejos como para que el río no lo inundase en primavera, construyeron en 1415 el templo de Xingjiao, con un monasterio. Pronto, el mercado semanal de la zona, que tenía lugar en el cerro de Aofeng, en medio del valle de Shaxi, se desplazó hasta allí para acogerse a la defensa espiritual y militar que otorgaba el monasterio. Frente al templo, pues, se organizó el mercado y alrededor del mercado, el casco antiguo de Shaxi, la estación mejor conservada de la ruta del té y los caballos.
Aquel puente que vio como crecía una ciudad a su lado guarda aún cierta distancia aristocrática con los advenedizos. Sigue a doscientos pasos de la Puerta Oriental de la ciudad. En la cabeza más próxima tenía su propia capilla taoísta donde los viajeros, antes de cruzarlo, rezaban por un feliz regreso y hasta quemaban incienso frente a los desgastados leones de piedra del remate de los pretiles. Todavía hoy lo hacen, aunque el tiempo de las caravanas terminó para siempre. La última que enfiló esta vía lo hizo en la década de los 40, antes de que el viejo mundo también desapareciera de Yunnan. Un pequeño murete se levanta justo a la entrada del puente para vedar el paso a caballos y carros. Solo se permite cruzarlo a pie. A veces, en la noche cerrada, cuando el puente duerme se pueden oír relinchos, los golpes de los cascos y el tintineo de las campanillas de cobre.
Caravana de caballos en Shaxi. Grabación de Lloyd Dunn, febrero de 2017
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