Y entre todos los barrios, Chinatown. El favorito. Lo hemos recorrido de arriba abajo y de un lado a otro. De la mano del azar hemos llegado hasta el edificio de ladrillo rojo, un poco rancio, de la Chinese Historical Society of America, en 965 Clay St. Estaba vacío de visitantes. Una señora mayor vendía los tickets detrás de un pequeño calefactor que le soplaba aire caliente directamente a la cara. Se percibe un desajuste entre el estado del museo y los eventos que, a juzgar por los bien diseñados prospectos y folletos que hay encima de una mesa, programan con frecuencia. Aún así, vale la pena el recorrido: para empaparse de un aire de suave reivindicación del papel de la comunidad china en la historia de este país.
Esta ilustración la hemos fotografiado en una sección marginal, un poco escondida, del museo dedicada a las injusticias sufridas a lo largo del tiempo (está extraída de la revista satírica The Wasp, hacia 1870). Hay otros datos ahí y caricaturas hirientes, pero pocos y cuidadosamente seleccionados, como si no quisieran molestar, aunque dejan ver de manera obvia que las penalidades han sido duras y numerosas. De hecho, como ellos mismos dicen, su estrategia siempre ha sido hacerse querer, integrarse, participar... Pero cualquier paseante por el museo, y por el mismo Chinatown, deduce que hay algo en su civilización demasiado distante. Por más que se quiera, aunque se pretenda mezclar y se remueva con la mejor intención, es como agua y aceite.
Esta ilustración la hemos fotografiado en una sección marginal, un poco escondida, del museo dedicada a las injusticias sufridas a lo largo del tiempo (está extraída de la revista satírica The Wasp, hacia 1870). Hay otros datos ahí y caricaturas hirientes, pero pocos y cuidadosamente seleccionados, como si no quisieran molestar, aunque dejan ver de manera obvia que las penalidades han sido duras y numerosas. De hecho, como ellos mismos dicen, su estrategia siempre ha sido hacerse querer, integrarse, participar... Pero cualquier paseante por el museo, y por el mismo Chinatown, deduce que hay algo en su civilización demasiado distante. Por más que se quiera, aunque se pretenda mezclar y se remueva con la mejor intención, es como agua y aceite.