Nos hemos enamorado de esta ciudad, San Francisco, a la que llegamos de una manera un poco forzada a causa de los muchos trabajos que dejamos sobre la mesa de nuestro studiolum. Dos días de intenso callejeo por los distintos barrios han bastado para sentirnos fuertemente atraídos por su personalidad complejísima, llena de rincones, perspectivas y diferencias profundas y súbitas que se suceden sin parar. Empezando por el cielo, que pasa del azul mediterráneo más puro al gris neblinoso de Londres en solo minutos.
21 marzo, 2006
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