En la base de datos del ISBN salen 17 libros con la palabra «insulto(s)» y la mayoría son de alto interés filológico. Conocemos unos cuantos de ellos y su repaso nos ha traído a la memoria aquel año –ya lejano– en que, junto con Enrique Lázaro, diseñamos nuestro propio diccionario de insultos, bien introducido por un sesudo estudio teórico. Seguro que Enrique guarda en su casa las carpetas y cajas con los miles de fichas. Por entonces no existía la abundante bibliografía que hay hoy sobre el asunto, y aquella introducción nos sirvió para sacar una matrícula de honor en la asignatura de Lexicología. La conclusión principal, creo recordar (y su brillantez, bien pensado, no era como para provocar desmayos) consistía en que cualquier palabra, frase y hasta sonido inarticulado sirve para insultar, pues el insulto está en la voluntad de agredir y en la habilidad para conseguirlo.
Pero ninguno de los textos que leímos ni de los que hemos ido leyendo desde entonces llega a la fabulosa, pantagruélica y vitriólica categoría del libro que nos ha mandado Julia D'Onofrio, nuestra enviada especial en Buenos Aires, a quien tanto queremos. Lleva el título de Puto el que lee. Diccionario argentino de insultos, injurias e improperios (Buenos Aires: Gente Grossa, 2007). Habíamos comprobado que los argentinos alcanzan lo mejor de la agresión verbal, tanto sutil como barriobajera, de la lengua española, pero hasta hoy no podíamos decir con qué profundidad y rigor esto era así. Basta ver la cita que abre el libro, una rotunda afirmación de la necesidad del insulto: «Sólo existen dos motivos por los cuales una persona puede no haber proferido un insulto jamás en su vida: que sea un pelotudo de mierda o que sea un hijo de remil putas» (Proverbio chino).
Los ejemplos que ilustran cada voz son morrocotudos, con una tremenda insistencia en la sexualidad desbocada, expresada de manera profusa, explícita, hiriente, explosiva. En ellos vemos, sobre todo, el saludable regocijo nocturno de la panda de autores que han pergeñado este diccionario. No pondremos ejemplos aquí porque uno no sabe bien cómo seleccionarlos adecuadamente. Cómprenlo y léanlo entero, si pueden. Y no olviden estudiar los anexos finales, con sus útiles cuadros para la construcción de insultos simples y compuestos, más la pequeña guía gráfica de gestos insultantes (por cierto, tengo que averiguar qué es exactamente el gesto de «pito catalán», que no se aclara).
Nosotros nos hemos quedado con las ganas de hacernos con toda la biliografía citada al final. De ella sí que pondremos unos cuantos ejemplos. Por no discriminar, copiamos hasta la letra D:
Pero ninguno de los textos que leímos ni de los que hemos ido leyendo desde entonces llega a la fabulosa, pantagruélica y vitriólica categoría del libro que nos ha mandado Julia D'Onofrio, nuestra enviada especial en Buenos Aires, a quien tanto queremos. Lleva el título de Puto el que lee. Diccionario argentino de insultos, injurias e improperios (Buenos Aires: Gente Grossa, 2007). Habíamos comprobado que los argentinos alcanzan lo mejor de la agresión verbal, tanto sutil como barriobajera, de la lengua española, pero hasta hoy no podíamos decir con qué profundidad y rigor esto era así. Basta ver la cita que abre el libro, una rotunda afirmación de la necesidad del insulto: «Sólo existen dos motivos por los cuales una persona puede no haber proferido un insulto jamás en su vida: que sea un pelotudo de mierda o que sea un hijo de remil putas» (Proverbio chino).
Los ejemplos que ilustran cada voz son morrocotudos, con una tremenda insistencia en la sexualidad desbocada, expresada de manera profusa, explícita, hiriente, explosiva. En ellos vemos, sobre todo, el saludable regocijo nocturno de la panda de autores que han pergeñado este diccionario. No pondremos ejemplos aquí porque uno no sabe bien cómo seleccionarlos adecuadamente. Cómprenlo y léanlo entero, si pueden. Y no olviden estudiar los anexos finales, con sus útiles cuadros para la construcción de insultos simples y compuestos, más la pequeña guía gráfica de gestos insultantes (por cierto, tengo que averiguar qué es exactamente el gesto de «pito catalán», que no se aclara).
Nosotros nos hemos quedado con las ganas de hacernos con toda la biliografía citada al final. De ella sí que pondremos unos cuantos ejemplos. Por no discriminar, copiamos hasta la letra D:
-Aguinis, Marlon: Los negros de mierda también discriminan, Buenos Aires, La Nación, 1998.Sospecho que volveremos sobre estos temas porque nuestra otra lengua materna, el húngaro, insulta con una propiedad y eficacia que nada envidia al idioma castellano, y esto deberá defenderse adecuadamente aquí.
--- : Los chinos de los autoservicios apagan las heladeras y otros ejemplos de asiáticos despreciables, Pilar, La Nación, 1999.
-Barrenechea, Pastor: La utilización del dativo en los insultos de invitación en la zona de Cuyo, Nueva York, Broolyn Press, 1976.
-Barthes, Zinedine: Le degré zero de mon cul, Editions du l'Petite La Ruse, 1962.
-Berenguer Carisomo, Lulú: El concepto de autoridad en los insultos descalificadores, Buenos Aires, EUDEBA, 1976.
--- : Una poronga de doce kilos, Buenos Aires, EUDEBA, 1983.
-Bergoglio, Johnny: Esta boca es mía, Santiago, Ediciones Paulistas, 2005.
-Bordelois, Margheritte: Yo de eso no hablo, Buenos Aires, edición de la autora, 2006.
-Brizuela Méndez, Ramón Ismael: Rameras y peteras, una introducción, Santa Cruz, Editorial de la Dirección General de Institutos Penitenciarios, 1936.
-Campolongo, Cedric: A villeros no me van a ganar, Ginebra, Bols Editores, 1985.
--- : Antonio Carrizo y yo, Ginebra, 2005.
-Cusenier, Walterio Maximiliano: La belleza propia de quienes saben cómo descalificar con altura a la vagina de la madre del prójimo, Encarnación, 1967.
--- : La belleza propia de quienes saben cómo descalificar con altura a la vagina de la madre del prójimo (versión aumentada, corregida y con dibujitos para niños), Encarnación, 1969.
-De la Concha, Lorenzo: Mis orígenes, Madrid, Real Academia Paralela Editores, 1947.
--- : Recuerdos de mi madre, Madrid, edición especial de El Corte Inglés, 1985.
-De la Concha, Lorenzo (h): De dónde venimos y hacia dónde nos mandan, Washington, Hispanic House, 1985.
Desábato, Ernesto: A fala dos macacos, Quilmes, El Sol, 2002.
--- : Minha vida nos calabozos brasileiros, Pelotas, 2005.
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4 comentarios:
"pito catalán" es un gesto muy de las abuelas, bastante infantil y por lo menos para los de nuestra generación nada ordinario (no conozco si tiene un origen más bajo). Consiste en poner el dedo pulgar sobre la nariz y mover los restantes dedos acompasadamente como si se tocara un teclado.
Es un gesto de burla, como sacar la lengua, y no sé de dónde salió su nombre, pero lo averiguaremos para paliar la intriga catalana.
Me alegro que hayan apreciado la fantástica bibliografía ficticia, es lo que más disfruto del librito (porque por supuesto no hago uso de su caudal lexicográfico...)
Solo una vaga búsqueda me llevó a Wikipedia donde encontré esto:
«Pito catalán
En Argentina y Uruguay se llama pito catalán al gesto de burla consistente en llevar el pulgar de la mano derecha a la nariz mientras se agitan los otros dedos extendidos. Por extensión, la expresión transitiva hacer(le) pito catalán significa burlarse. Por ejemplo: "El imputado le hizo pito catalán a la Justicia". Se ha sugerido que el nombre y el gesto provienen de una protesta silenciosa de la afición catalana del Fútbol Club Barcelona en tiempos del dictador Francisco Franco, aunque también se sabe que data de épocas anteriores. En catalán se lo conoce como pam i pipa.»
http://es.wikipedia.org/wiki/Pito_catal%C3%A1n
En la discusión del artículo se insiste en que es muy anterior de la época de Franco, así que queda para aquél lado del Atlántico el terminar de dilucidar la cuestión.
Por mi parte, mejor que me ponga a trabajar un poco, que aquí no estamos en verano y menos de vacaciones.
coisido totalmente,
mi vieja que ya paso los 70ylargos, usa esa expresion
y me decia...
"nene cuidado que si te descuidas, estos, te hacen pito catalan"
al mismo tiempo gesticulaba poniedo el pulgar en la punta de su nariz.
coisido totalmente,
mi vieja que ya paso los 70ylargos, usa esa expresion
y me decia...
"nene cuidado que si te descuidas, estos, te hacen pito catalan"
al mismo tiempo gesticulaba poniedo el pulgar en la punta de su nariz.
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