El esquemático perfil de Cabrera al sur de la isla de Mallorca, en el precioso Kitab-ı Bahriye (Libro de las materias marinas, 1526) basado en el mapa del almirante turco Piri Reis, apenas marca las ensenadas donde fondear. En nuestra visita de este año, en cambio, fuimos tierra adentro, arriba, recorriendo la cresta de la Serra de ses Figueres (Sierra de las Higueras). Allá, desde algún punto se ven simultáneamente el puerto, «S'Olla» (la olla) pequeña cala del lado opuesto, los cinco «Estells» o farallones que marcan el límite meridional del parque, al sur, y, al norte, señalando el camino a Mallorca, la isla de «Conillera» (Conejera) con los islotes que la rodean.
A fines de agosto, la cañaheja seca (Ferula communis) ha perdido el amarillo vivo de sus flores. Es un tronco que apenas pesa nada, como la madera de balsa, y con el que se pueden fabricar pequeñas embarcaciones o flotadores. Con ella a modo de yesca, cuenta Hesíodo, Prometeo robó el fuego de los dioses.
Al contrario que la cañaheja, la «ceba marina» (cast., cebolla albarrana; Urginea maritima, antes denominada Scilla maritima) empieza a florecer ahora. En Cabrera crece en lugares sin apenas tierra, en los pedregales y casi hasta el nivel del mar.
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