El primer libro que recibimos en 2012 llegó de la infatigable officina de Víctor Infantes. Sabedor de algunas de nuestras aficiones, quiso allegarnos un ramillete de curiosidades rescatado de las profundidades del siglo XVI y se lo agradecemos mucho.
Juan Agüero de Trasmiera, Probadas flores romanas de famosos y doctos varones, compuestas para salud y reparo de los cuerpos humanos, y gentilezas de hombres
de palacio y de crianza (c. 1512).
Es un conjunto de receptas para la salud, trucos de magia blanca, remedios para los males del cuerpo y del espíritu y fórmulas de cosmética y cocina afortunadamente caídas en desuso. Un grimorio popular de amplia difusión, que gozó de notable fama hasta que la Inquisición lo metió en sus Índices de libros prohibidos a mediados del siglo XVI y que ahora revive enmarcado en el estudio y las notas de Víctor Infantes (Madrid: Turpin Editores, 2012).
De su autor, Juan Agüero de Trasmiera, nos recuerda Víctor que fue conocido a inicios del siglo y celebrado sobre todo en Salamanca por un largo poema titulado el Triunfo Raimundino, donde loaba los linajes de esta ciudad en la que vivía. Publicó también un pliego con las Coplas del perro de Alba, preparó la edición del Palmerín de Oliva (1511) y de su continuación, el Primaleón y Polendos (1512), así como de la Conquista de las Indias de Persia y Arabia (1512) de Martín Fernández de Figueroa. Y en estos mismos años ofreció al público un opúsculo arraigado tanto en la tradición oral como en los muchos tratadicos que desde la Edad Media circulaban por los caminos de la superstición, la superchería y los prodigios naturales, un breviario liviano de remedios, burlas, trucos y gentilezas que buscaba ese espacio de lectura donde se juntan la curiosidad y el divertimento con los consejos profilácticos, y los remedios aparentemente prácticos con la maravilla. Todo ello, una vez encuadernado, apenas sumaba 10 hojas.
Una cosa queda en el aire aún después del minucioso trabajo de Víctor: ignoramos esa fuente italiana de la que asegura traducir Agüero y de cuya existencia, a tenor de toda una serie de marcas en el texto, es casi imposible dudar. Pero cabe un resquicio para la interpretación mientras no encontremos esas presuntas Fiori romani –o título similar–, y por él se nos cuela un gran descubrimiento.
Admoniciones de la institutriz a las damas de palacio. Obra de Gu Kaizhi. Ilustración
de una sátira escrita por Zhang Hua
Brindamos generosamente a los eruditos una fuente obvia para estas Flores romanas, es La Relación de las cosas del mundo, de Zhang Hua (232-300 d. C). Basta con ver, por ejemplo, la receta de Agüero que sigue, ¿qué otra cosa es sino una adaptación a la mentalidad occidental de la misma antigua receta china?
Juan Agüero de Trasmiera:
Para que nasca el perexil en un quarto de hora. Dizen que en un bazín de latón pornás, o en un barreñón, tierra de estiércol, y sembrarás el peregil en grano; y por cima régalo con agua ardiente y e[m]baxo ciertas brasas encendidas; y aventarás teniendo cubierto lo sembrado. Assí se dize que nasce en tierra priesto, con ayuda de los quatro elementos, que están puestos en la operación.
Zhang Hua:
4.49. Para hacerse con malvas de la noche a la mañana, tome semillas de malva del año anterior y caliéntelas a fuego lento hasta que estallen; siémbrelas, bien esparcidas, en un terreno que haya sido cultivado todos los años y píselas a conciencia: las que haya plantado por la mañana brotarán por la noche.
Por otra parte, la mayoría de las recetas pertenecen a la misma esfera específica de prodigios, con la misma retórica de persuasión que se ve en la necesidad de repetir fórmulas similares a «... y es cosa probada». Pongamos estas otras dos en paralelo:
[1] Recepta contra pestilencia, muy verdadera. En lo primero, tomarás un vaso, y en el dicho vaso mete la tercera parte de tríaca, y la otra tercera parte de agua ardiente, y la otra tercera parte de urinas de niño virgen. Y encorporado juntamente lo sobredicho, dalo al enfermo tres mañanas en ayunas, darle han una copa dello cada mañana. Y es probado en la ínclita ciudad de Venecia. Año de MDV por Maestre Macía, calcetero, que mora a Sancta Sophia. Probólo, y experimentólo en él y en su muger. Mas el fin sea que roguemos a Dios y a la gloriosa su Madre Sancta María, que ruegue al su amado y caro hijo que nos guarde a todos y en todo lugar que sea de aver necesidad de probarlo. (Juan Agüero de Trasmiera)
4.58. En cuanto a los lagartos (llamados por otros lagartijas): críelos en cualquier recipiente dándoles de comer cinabrio y se les pondrá rojo el cuerpo; siga dándoselo hasta que pesen siete jin; luego espachúrrelos bien a tablazos: eso, extendido por el cuerpo de una mujer, es algo que no se le cae en todo un año a menos que fornique (de ahí que también se llame a estos animales los guardianes de la entrada del palacio). Según el libro Zhuan, «Dong Fangshuo afirma que el emperador Wu de la dinastía Wei comprobó la eficacia de este método». (Zhang Hua)
Y más similitudes entre la receta para hacer ámbar con huevos de gallina de Zhang Hua y otras de Agüero como «Para meter una cédula o carta en un huevo»; la de prender fuego con artemisas puestas bajo de un pedazo de hielo a través del cual pasa el sol, de Zhang Hua, y «para fazer que dos cabeças o caras pintadas en papel o en la pared, la una mate una candela y la otra la encienda», de Agüero...
Damos, en fin, materia suficiente para que alguno de nuestros estudiantes más audaces empiecen ya su tesis doctoral.