Fíjense bien en esta foto. Un viejo anuncio de Pepsi de fines de los 70 ha ido desvaneciéndose sobre el muro hasta casi desaparecer. Las paredes no solo oyen, según el sabio adagio, sino que también suelen hablar y van dejando sus mensajes de una generación a otra. Estamos en el extremo oriental del antiguo barrio judío (el call major) de la ciudad de Palma, enfrente de la puerta conocida como la Bab al Gumara de la fortificación árabe, luego cerrada por un baluarte de la muralla nueva y trasladada la salida de la ciudad a la cercana Porta des Camp, unos metros más al sur.
También estaba aquí delante la puerta del Call conocida como porta de l’abeurador del Temple (del abrevadero del Temple), llamada así después de la reconquista catalana, cuando la pequeña fortaleza o bastión árabe pasó a ser propiedad de los templarios. Cada noche, durante largos años, las cuatro puertas del Call se cerraban hasta el amanecer.
Plano de Palma en 1644, obra de Antonio Garau, con el contorno del Call major hacia fines del siglo XIV.
También estaba aquí delante la puerta del Call conocida como porta de l’abeurador del Temple (del abrevadero del Temple), llamada así después de la reconquista catalana, cuando la pequeña fortaleza o bastión árabe pasó a ser propiedad de los templarios. Cada noche, durante largos años, las cuatro puertas del Call se cerraban hasta el amanecer.
De la vieja judería de Palma y de sus gentes queda poca memoria. Sí sabemos que justo aquí vivió la ilustrísima familia de cartógrafos de los Cresques, y la estatua del viejo Jafudá mira hoy, solitaria y un poco escondida, hacia la plaza.
La gente recuerda más, porque aún quedan rescoldos, la historia de los conversos y de cómo hasta hace poco sus descendientes, los xuetes, estaban todavía marcados, identificados, disociados y sometidos a exclusión por parte, sobre todo, de la burguesía urbana.
En azul el edificio con el viejo anuncio de Pepsi y el letrero semioculto en su azotea, como descubrirán en la foto de más abajo. A la derecha y hacia el sur del plano, se ven los antiguos edificios fortificados del Temple, situados ante una de las puertas que cerraba la judería, la del abeurador del Temple.
En efecto, si alzamos la vista desde la estatua de Jafudá Cresques encontramos una prueba última de hostilidad urbana hacia los descendientes de los judíos. Algo escondida, con la cobardía de no mostrarse al nivel de la calle pero luciendo una agresiva y nueva pintura roja, la palabra xueta está escrita sobre el muro de la azotea para dirigirse ofensiva hacia los tejados del antiguo barrio judío. Nos sorprendemos –todavía– de que esta foto sea de hoy mismo.
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