16 febrero, 2013

Hungría, patria querida


En otras ocasiones hemos escrito sobre las curiosas concidencias que enlazan de manera misteriosa a España con Hungría, esos dos fines terrae de la vieja Europa. Como un ejemplo reciente más, esta semana la prensa húngara y la española han estado publicando al unísono que, a causa de la crisis y de un clima político sorprendentemente común, quinientas mil personas de cada país han emigrado en busca de trabajo. Por supuesto hay que tener en cuenta una proporción diferente: Hungría sólo tiene un quinto de la población de España.

Y tampoco deja de ser insólito que muchos de quienes tuvieron que dejar España hará ahora unos cien años cantaran –y si no la cantaban, sin duda la habían oído más de una vez– esta canción sobre los mendigos húngaros errantes.


José Serrano, Canción húngara, cantada por José Carreras

Esta canción es la última aria de una zarzuelaAlma de Dios, donde unos húngaros vagabundos, a modo de interludio colorista, entonan sus añoranzas de la patria perdida. Quiza hasta aquel húngaro con su oso que encontramos hace un tiempo por los Picos de Europa también la cantara. Escrita en 1907 por el maestro José Serrano (autor, por cierto, del Himno de la Comunidad Valenciana), se hizo muy popular por entonces en España. Como nos explica Wang Wei:

Durante los años 10-20 del siglo XX, con el éxito de las zarzuelas (sobre todo en la sociedad madrileña, desde donde se extendía la moda a todo el país), esta canción pasó a ser conocida y tarareada por absolutamente todo tipo de gentes en España. Mi abuela se emocionaba hasta las lágrimas cantándola, como si ella misma fuera una desterrada húngara. Pienso que la razón es que durante estos años mucha gente emigró de España, sobre todo a América. Y el padre de mi abuela justo por estos años había emigrado a La Habana en busca de trabajo. Volvió más o menos con el mismo dinero que tenía al marcharse –en concreto, algo menos– pero se trajo también sobre las espaldas unos largos años de separación de la familia y, por supuesto, un costal de desilusiones y malhumor.

Muchos otros nos cuentan cómo sus abuelos cantaban esta canción mientras trabajaban en el campo. Y puede que no sea una casualidad que en tiempos recientes haya ganado nueva presencia, pudiendo escucharse hasta en las voces de José Carreras, Alfredo Kraus o Plácido Domingo.

Canta, mendigo errante,
cantos de tu niñez,
ya que nunca tu patria
volverás a ver.

Hungría de mis amores,
patria querida,
llenan de luz tus canciones,
mi triste vida.
Vida de inquieto
y eterno andar,
que alegro solo
con mi cantar.

Canta vagabundo,
tus miserias por el mundo,
que tu canción quizá
el viento llevará
hasta la aldea
donde tu amor está.

Es caminar siempre errante
mi triste sino,
sin encontrar un descanso
en mi camino.
Ave perdida,
nunca he de hallar
un nido amante
donde cantar.

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