Aquí, en Ulassai, en una familia de pastores dotada de gran poder imaginativo y de unos cuantos artistas entre sus miembros, nació una de las más importantes artistas sardas, Maria Lai. Tuvo suerte: su maestro de italiano descubrió su talento y pudo ir a finalizar el bachillerato a Roma. Luego, al haber quedado la isla difícilmente comunicada con el continente por la Segunda Guerra Mundial, se familiarizó con el arte moderno en Venecia. Solo su legado artístico regresaría ya a Ulassai, a la antigua estación del tren, convertida en museo en su memoria. Sus cuadros, estatuas, telas muestran todo el repertorio de acantilados informes y las profundas fisuras de las montañas sardas, con sus animales y pastores y toda la experiencia básica del contraste entre la luz y las sombras. Y las estrellas, tan brillantes aquí como en pocos lugares del mundo.
Las montañas italianas también inspiraron los pesebres de Belén, un espacio donde la imaginación medieval muestra el encuentro de la luz y la oscuridad por medio de la representación religiosa, y donde los motivos de los pastores, los animales y las estrellas son también protagonistas. El primer Belén lo montó en la Navidad de 1223, en Greccio, en la cordillera central italiana, San Francisco, que era especialmente sensible a estas referencias, y el presepe es desde entonces un objeto central del arte popular italiano. En 2006, Maria Lai organizó una muestra en Cagliari de sus presepi, hechos principalmente durante los años 60, bajo el título Era de noche ahí afuera. Las escenas, subrayadas con contornos marcados o collages, se ubican en cajas, lo que les da un aspecto tridimensional. Cantos rodados y objetos hallados, dispuestos fuera de las cajas, así como otras figuras pétreas que recuerdan los restos del arte prehistórico de Cerdeña, dan paso a las composiciones y las enlazan con la vastedad de las montañas de Ogliastro.
Peppino Marotto y Coro di Neoneli: Sa Ninnia (canción de cuna de pastores)
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