22 marzo, 2016

En el patio de los canteros


El Soportego del Tagiapiera, el pasaje y soportal de los canteros, en Venecia, da entrada con dos elegantes columnas neoclásicas, al Campielo del Sol, la Placita del Sol, que en la Edad Media se conocía como el Campielo della Scoazera, es decir, del vertedero. De hecho, desde el siglo XV, aquí estaba el basurero vallado del barrio de Rialto, desde donde los burchieri, transportistas a las órdenes del Magistrato delle Acque, sacaban regularmente en sus góndolas los desechos fuera de la ciudad. En 1617, el vertedero fue clausurado y los muros derribados, y algo más tarde el recorrido de las góndolas que iba por Rio Terà San Silvestro - Rio Terà Sant'Aponal fue colmado de tierra (a esto se refiere la palabra Terà = terrato, enterrado) y convertido en calzada. Desde allí también se hizo accesible a pie el patio de los canteros. Pero ellos siguieron introduciendo la piedra de Istria por la puerta trasera, siguiendo el Rio de le Becarie, y repartiendo luego las tallas que decoraban los principales edificios de la ciudad.


En Venecia se empezó a construir regularmente en piedra en vez de madera en el siglo XIV. En 1307 se creó el gremio de canteros, cuya scuola, sede de su vida religiosa y corporativa, estaba en el último de los tres pisos del edificio próximo a la iglesia de Sant'Aponal. Así lo recuerda un relieve de 1652 con la inscripción «Scola del Tagiapiera» y las figuras de los Quattro Santi Coronati, que son los cuatro canteros cristianos de la antigua Roma, tocados con la corona del martirio. El primer dibujo que nos queda del patio de los canteros está en un manuscrito de 1545.


Hasta aquí llegó nuestra explicación al grupo cuando dos jóvenes que estaban charlando delante de los talleres del patio me preguntaron con una sonrisa: «¿Qué hay de tan interesante en este sitio?» «Pues que aquí estuvo el primer almacén de los canteros de Venecia», respondimos. «Y, en cualquier caso, es muy bonito. Todo. El patio, los pilares, el trabajo del herrero, las aldabas», y señalé la puerta a sus espaldas. «Sí, ahora trabaja aquí un herrero», dijo uno de ellos. «Pero antes era una carpintería. La de mi abuelo. Allá atrás, pasada la puerta de la orilla, compraba las maderas que los mayoristas traían en barcas, las descargaban en el patio y él las convertía en mesas y armarios».

tagiapiera tagiapiera tagiapiera tagiapiera tagiapiera tagiapiera tagiapiera tagiapiera tagiapiera tagiapiera tagiapiera

«¿De dónde sois?», pregunta el otro. «De Hungría». «¿De verdad? Sabéis que la Serenissima y Hungría lucharon muchos años por Dalmacia, hasta que al fin pasó a ser veneciana?», pregunta orgulloso. «Claro. ¿Y sabes tú —le contestamos— dónde se firmó este acuerdo entre los dos estados?» «No». «Pues justo cruzando la calle, en la Iglesia de San Silvestro, en 1409». «Vaya», se asombran. «Hemos crecido aquí y nunca hemos sabido eso». «Pues id a ver la lápida en la pared de la iglesia». Y tras hablar un rato decidimos ir junto con el grupo, de modo que todos puedan ver, después de éste, el segundo lugar en que se conmemora a Hungría en Venecia.

«El 9 de julio de 1409 se firmó en esta iglesia el documento de cesión a la República Véneta por parte del Reino de Hungría de los derechos sobre Zara y Dalmacia, consolidando los antiguos vínculos entre Dalmacia y Venecia destinados a durar por siglos. La Sociedad Dálmata de Historia Patria, en 29 - 11 - 2013»

No hay comentarios: