Aeropuerto de Sevilla. Los rayos X detectan algo electrónico en las tripas de mi mochila, lo que no es extraño porque engulló unos cuantos chismes de esos a la hora del desayuno. El guardia, de unos veintitantos, me aparta a un lado. «Por favor, ábrala porque los libros no dejan ver bien». Le miro con cara rara. «Pero si precisamente los libros hacen ver mejor». Se queda mascullando algo mientras su mano hurga mecánicamente. «No quise decir eso», se corrige, «sino más despejado». Acaba y vuelve a cerrar con respeto. «Sepa que soy un gran lector. Leer es como la escalada. Se hace duro al subir» —señala mi mochila repleta—, «pero cuando llegas arriba tienes mejor perspectiva.» Nos despedimos con un apretón de manos.
26 enero, 2018
Perspectiva
Aeropuerto de Sevilla. Los rayos X detectan algo electrónico en las tripas de mi mochila, lo que no es extraño porque engulló unos cuantos chismes de esos a la hora del desayuno. El guardia, de unos veintitantos, me aparta a un lado. «Por favor, ábrala porque los libros no dejan ver bien». Le miro con cara rara. «Pero si precisamente los libros hacen ver mejor». Se queda mascullando algo mientras su mano hurga mecánicamente. «No quise decir eso», se corrige, «sino más despejado». Acaba y vuelve a cerrar con respeto. «Sepa que soy un gran lector. Leer es como la escalada. Se hace duro al subir» —señala mi mochila repleta—, «pero cuando llegas arriba tienes mejor perspectiva.» Nos despedimos con un apretón de manos.
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