Códex Manasse, ca. 1300 El Príncipe Harwart mata un oso, futuro animal heráldico de su dinastía
Un conocido chiste de época comunista cuenta cómo un huésped importante va a Hungría a cazar y manifiesta su deseo vehemente de cazar un oso. En vano se le explica por activa y por pasiva que en Hungría no hay osos, pero a él esta irrelevante circunstancia le importa un bledo. Tras largas deliberaciones dan con la solución. Comprarán el viejo oso del circo y lo soltarán en el bosque cerca del camino que conduce al apostadero de los cazadores. El oso va caminando mansamente hacia su destino, pero resulta que el viejo János acertaba a pasar en ese momento en bicicleta en dirección contraria. Tan pronto como ve al oso se asusta terriblemente, salta de la bici y corre hacia el bosque. Los ojos del oso brillan: «¡Una bicicleta! Por fin algo familiar en este lugar tan extraño». La coge, se sienta en ella tal como había hecho durante toda su vida, y empieza a pedalear hacia donde le aguardan los cazadores con los rifles cargados…
algo así… (de aquí)
o así... (de aquí)
o como esto (de aquí)
o así (de aquí)
puede que así (de aquí)
o así (de aquí)
o tal vez así (de aquí)
o algo como esto (de aquí)
No hay que reírse. Una cosa parecida sucedió realmente, tal como cuenta Radio Erevan. Con alguna mínima diferencia. Y no en Hungría, sino en Rusia. Y el anónimo invitado era nada menos que Juan Carlos I, Rey de España.
La historia la hizo pública el número del 19 de octubre de 2006 de Kommersant. Allí leímos que Sergei Starostin, el supervisor de caza de la región de Vologda, que había sido despedido por su superior Andrei Filatov, envió una carta al gobernador de Vologda relatando en detalle las circunstancias de la cacería de osos que el Rey Juan Carlos celebró el pasado agosto. Afirmó que el oso abatido por el rey era en realidad un manso animal llamado Mitrofán, procedente del zoológico cercano de Novlenskoe. Filatov lo condujo enjaulado hasta el lugar de caza y lo emborrachó hasta las cejas de vodka mezclado con miel poco antes de la partida de caza.
En un par de días la noticia dio la vuelta al mundo. The Guardian recordó otros casos de osos embriagados antes de ser abatidos en épocas de Jruschov y Brezhnev, y 24/7 contó historias similares de Ceausescu. El diario El Mundo entrevistó en exclusiva a Starostin, con una foto de Mitrofán. Y el blog de humor Harpo llegó a revelar que había una profecía del caso inscrita en jeroglíficos desde hacía mucho tiempo en el escudo papal de Benedicto XVI. Tampoco faltaron comentarios visuales. En primer lugar en la prensa española, claro. Uno de los más explícitos fue la portada de El Jueves, denunciado de oficio por el fiscal del estado acusándolo de alta traición ya que decía que el oso estaba borracho «en igualdad de condiciones» con el rey. Sin embargo, el tribunal no quiso imputarlo alegando que la caricatura era «cruel» pero «absolutamente aceptable en una sociedad democrática». Y el rey, que colecciona todas las caricaturas que El Jueves le dedica, manifestó de manera clara que le gustaba.
Portada y montaje de El Jueves.
Pero como esta historia tuvo lugar en Rusia, pedía ser inmortalizada en forma de lubok, como solía hacerse allí con los acontecimientos ilustres, con las personalidades históricas y las cacerías reales en los siglos pasados.
«El cazador hiere al oso y los perros lo acosan». Lubok, s. XVIII
Y, en efecto, un informe minucioso apareció en la edición de febrero de 2008 de la revista GQ firmado por Kseniya Sokolova e ilustrado por ocho magníficos luboks de Vladimir Kamaev siguiendo el estilo de Andrei Kuznetsov.
«Iván Karlos, el rey de España dispara contra el oso Mitrofán muy borracho.» El oso, por extraño que resulte, no se rinde, sino que grita «¡Hola!»
Putin (con la inscripción «zar»), despide al rey Iván Karlos que parte de Sochi hacia la cacería.
Según el artículo, en el Gobierno de Vologda estaban esperando
al rey con un doble arco iris alzado en el cielo.
Según el artículo, en el Gobierno de Vologda estaban esperando
al rey con un doble arco iris alzado en el cielo.
«Así que Mitrofán no mataría al rey, Egor [Jäger, es decir, el guarda] lo emborrachó con hidromiel
[según el texto de la revista GQ, con vodka con miel].»
[según el texto de la revista GQ, con vodka con miel].»
«Mientras Karlos acaba con Mitrofán, la princesa Leticia se pierde en el bosque»
Al conocer la historia, dice el artículo, la pérfida prensa española lo cuenta todo: que Juan
Carlos había matado ocho osos en Rumanía, y que había sido compañero de caza
del General Franco. El animalillo de la imagen lleva el rótulo «Bestia».
Carlos había matado ocho osos en Rumanía, y que había sido compañero de caza
del General Franco. El animalillo de la imagen lleva el rótulo «Bestia».
«El Rey Iván Karlos en su corte»
La noticia desencadena una inspección en Rusia. ¿Ha matado el rey, realmente, a un oso borracho? Versión «A»: No. Los «boyardos» juran ante el gobernador (cuya cabeza está oculta a los ojos de los mortales por el disco brillante del sol), que «Mitrofanushka» no fue muerto por Karlos, sino por ellos mismos.
Versión «B»: No. Cansado del mundo, Mitrofán mismo se voló los sesos. Afortunadamente también dejó
una carta: «Por favor, no culpéis a nadie de mi muerte. Su Mitrofán». Según GQ, esta es, de hecho,
la versión más probable y más satisfactoria. Y la carta de Mitrofán está escrita precisamente
en una corteza de abedul: un lubok.
una carta: «Por favor, no culpéis a nadie de mi muerte. Su Mitrofán». Según GQ, esta es, de hecho,
la versión más probable y más satisfactoria. Y la carta de Mitrofán está escrita precisamente
en una corteza de abedul: un lubok.
Obviamente, queremos dedicar esta entrada a la nueva hazaña cinegética de don Juan Carlos que hemos conocido hoy. En esta ocasión ha sido perpetrada en las fragosidades de Botsuana buscando abatir un elefante, y le ha costado una dolorosa fractura de cadera. Esperamos que se recupere pronto y con bien, pero sobre todo esperamos que el inventivo arte africano sea capaz de contar la historia con tanto primor como hicieron estos luboks rusos que hoy hemos recordado.
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