01 mayo, 2012

Éramos muchos


... y estábamos muy hartos de que una vez y otra, después de llenarnos la cabeza de promesas, de jurarnos que nunca más repetirían este ciclo de falso desarrollo que ellos mismos reconocen que destroza sin remedio el pequeño territorio en que vivimos, nos hayan vuelto a engañar, otra vez, una vez más; y de que con la más insultante desvergüenza nos hayan demostrado que son capaces de cambiar las leyes que ellos mismos aprueban para volver a hacerlo de nuevo, otra vez, una vez más: volver a enriquecerse unos pocos agostando la tierra, talando árboles, asfaltando y acaparando el agua, llevándose a la carrera un dinero conseguido esquilmando el territorio. En la época del anterior gobierno extremadamente corrupto del Partido Popular (la del famoso ladrón Jaume Matas, 2003-2007) se asfaltaron diez millones de metros cuadrados, más que en seis legislaturas juntas, una superficie del tamaño de Cabrera. Esta explosión de autopistas aceleró aún más la urbanización descontrolada hasta el punto de que en Mallorca se ocupaban unas dos cuarteradas diarias de suelo. Todo ello sirvió para empobrecernos y endeudarnos hasta lo insoportable. Y ahora, bajo el gobierno de José Ramón Bauzá, pretenden hincar las uñas en un espacio unánimemente querido por todos, las playas de Es Trenc y Sa Ràpita, casi el último refugio de nuestra mirada cuando buscamos la isla que perdimos, su horizonte robado. No necesitamos ya más hoteles pantagruélicos, ni más absurdos campos de golf, ni queremos ser una sociedad servil de camareros y revendedores de souvenirs de pacotilla comprados a los chinos, y menos aún cerca de esta arena. Es hora solamente de que los culpables de tanta degradación reconstruyan lo que han roto. Así que, por favor, ¡dejen esta playa en paz, dejen ya de una vez de hacernos daño!


1 comentario:

Elise dijo...

"ni queremos ser una sociedad servil de camareros y vendedores de souvenirs de pacotilla" nous vous comprenons si bien, comment ne pas être amers ? partout ce même triste spectacle et cette même démarche, vendre et se vendre, vendre son âme donc, Tourisme est un diable redoutable, au Pays Basque aussi