Hemos leído con regocijo el libro del antropólogo inglés Nigel Barley, Bailando sobre la tumba (Barcelona: Anagrama, 2000). Es un extenso repertorio de las relaciones del hombre con la muerte en culturas muy variadas. El tratamiento es vibrante al conectar tradiciones, usos, rituales y todo tipo de comportamientos de los hombres ante la muerte a lo largo y ancho del planeta. Un rasgo peculiar del libro, que está escrito buscando un público amplio, no estrictamente de antropólogos o eruditos, es el tono chispeante que es capaz de sostener a lo largo de las páginas, llenas de anécdotas, comentarios, citas de autores muy diversos y conversaciones con las gentes que ha ido encontrando durante sus investigaciones.
Mapa de Mallorca en L'isole piu famose del mondo descritte da Thomaso Porcacchi da Castiglione arretino e intagliate da Girolamo Porro padovano. In Venetia, M.D.LXXXX. Appresso gli eredi di Simon Galignani
Es extraño, por eso, que no mencione, aunque fuera de pasada, uno de los tratados renacentistas escrito en forma de diálogo muy ameno, publicado en 1574 por el toscano —pero muerto en Venecia en 1585— Tommaso Porcacchi: Funerali antichi di diversi popoli et nationi; forma, ordine et pompa di sepolture, di essequie, di consecrationi antiche et d’altro. Porcacchi es también conocido como autor de una descripción de las «islas más famosas del mundo» que incluye, claro está, a las Baleares. —Y es forzoso decir que en Palma los funerales tradicionales eran, y son en parte todavía, una ceremonia social altamente formalizada que José Carlos Llop relató en su libro En la ciudad sumergida (Madrid: RBA, 2010)—.
En el libro de Tommaso Porcacchi, dos amigos repasan las costumbres de los pueblos de la antigüedad y acompañan la conversación con comentarios ecfrásticos a 23 extraordinarios grabados de Girolamo Porro, un grabador de quien el autor elogia al principio su ingenio como inventor y destaca que, a pesar de ser casi ciego para las cosas que están lejos, por padecer un serio defecto en la vista, su minucioso trabajo en el taller lograba sin problemas —como se ve abajo— una intensidad excelente de perspectivas y detalles.
Creemos que si Nigel Barley, con el sentido del humor un poco grotesco —pero muy británico— de que hace gala, hubiera leído el libro de Porcacchi y contemplado los grabados de Porro, no habría podido resistirse a mencionarlo.
Basta ver este grabado sobre el modo que tienen los trogloditas de tratar a sus muertos. Vale la pena ampliar la imagen:
«[I trogloditi] erano popoli d'Ethiopia, & con un modo ridicolo conservavano, o sepelivano i lor corpi morti: percioche la prima cosa con alcune legate di paliuro legavano al morto le gambe al collo: & poi lo posavano sopra un luogo eminente: dove a gara tutti ridendo gli tiravano de'sassi, fin che l'havevan coperto: e in fine sopra quel mucchio di sassi piantavano un corno di capra, & poi si partivano senza mostrare alcun segno di mestizia, ne di passione. Di che vedete il disegno.»Pero también vale la pena señalar que al final del libro, cuando ya ninguna otra forma de despedir a los difuntos parece venir a la memoria de los interlocutores, aún de pronto recuerdan una más. Justamente la que se practicaba en Mallorca y Menorca. Dice, escuetamente:
«Nell isole Balearici, che sono Maiorca, & Minorica, come uno haveva pagato i suoi debiti alla natura; con alcuni legni gli tagliavano il corpo in pezzetti minuti: & postolo in un vaso; lo coprivano sotto un gran mucchio di sassi» (p. 91)
En las Islas Baleares, que son Mallorca y Menorca, cuando uno había rendido sus cuentas a la naturaleza, con algunas maderas le cortaban el cuerpo en pedacitos pequeños, y colocándolo en una vasija lo cubrían bajo un gran montón de piedras.