No es muy conocido que Tarkovsky, cuyas películas parecen estar compuestas a veces por un montaje de fotografías estáticas, se dedicó durante algún tiempo, efectivamente, a tomar fotos con una Polaroid. Estas fotos, a pesar de sus imperfecciones técnicas, atestiguan la misma forma de mirar y el mismo mundo visual de sus grandes films.
Una selección de estas fotos se publicó primero en Italia en 2006 y recientemente un fotoblog ruso digitalizó todas las imágenes. De aquí las hemos tomado nosotros. Como siempre, pasad el ratón sobre el mosaico para ver una imagen pequeña y, si os interesa contemplar los detalles, haced clic para ampliarla.
«En 1977, durante la ceremonia de mi boda en Moscú apareció Tarkovsky con una cámara Polaroid. Había descubierto recientemente este aparato y estuvo usándolo con regocijo entre nosotros. Él y Antonioni fueron mis testigos de boda. Según la costumbre de aquella época eran ellos quienes tenían que elegir la música que sonaría en el momento de firmar los documentos de matrimonio. Escogieron el Danubio azul.
Por entonces Antonioni también solía usar una Polaroid. Recuerdo que en el curso de una localización de exteriores en Uzbekistán donde queríamos rodar un film —que finalmente no hicimos— regaló a tres ancianos musulmanes las fotos que les había tomado. El más viejo, nada más verlas se las devolvió con estas palabras: "¿Qué hay de bueno en parar el tiempo?". Este rechazo desacostumbrado nos sorprendió tanto que no supimos contestar.
Tarkovsky pensó mucho sobre el "vuelo" del tiempo, y quería conseguir una sola cosa: pararlo —aunque solo fuera por un instante, en las imágenes de la Polaroid».
Por entonces Antonioni también solía usar una Polaroid. Recuerdo que en el curso de una localización de exteriores en Uzbekistán donde queríamos rodar un film —que finalmente no hicimos— regaló a tres ancianos musulmanes las fotos que les había tomado. El más viejo, nada más verlas se las devolvió con estas palabras: "¿Qué hay de bueno en parar el tiempo?". Este rechazo desacostumbrado nos sorprendió tanto que no supimos contestar.
Tarkovsky pensó mucho sobre el "vuelo" del tiempo, y quería conseguir una sola cosa: pararlo —aunque solo fuera por un instante, en las imágenes de la Polaroid».
Tonino Guerra
1 comentario:
La anécdota de Tonino Guerra me ha recordado la creencia de las primitivas tribus indias según la cual se concebía la fotogragía como peligrosa, puesto que con ella se "robaba" el alma o la voluntad de la persona, que a partir de ese momento quedaba en posesión del fotógrafo.
Creo, y es una opinión muy subjetiva, que ambas perspectivas pueden estar relacionadas, ya que volviendo estático un momento (mediante la fotografía), éste se eterniza y, por tanto, queda atrapada parte de la esencia del momento (o de la persona)que deja de ser una individualidad para formar parte de lo colectivo (¿se le ha robado el alma o ,al menos, parte de ella?).
Mirando atentamente las fotografías expuestas en esta entrada, de hecho, cualquiera puede percibir que no solo se ha parado el tiempo en el tiempo mismo -pues el tiempo sigue su curso paralelamente al de la fotografía- sino que además el alma de esas personas pertenece un poquito también a quienes las contemplamos y, por supuesto, a quien hizo la fotografía.
Es una reflexión sin más.
Un saludo
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