Las improbables pirámides del Egipto imaginario de Athanasius Kircher, de las que hace poco hablábamos, están plantadas en la arena del desierto como cucuruchos de helado puestos del revés. Sin embargo, tales pirámides existen. Aunque no precisamente estas, ni tampoco en el lugar donde Kircher las ubicó.
Estas pirámides se encuentran en Nubia, al sur de la primera catarata, la frontera tradicional de Egipto. Nubia mantuvo estrechos contactos comerciales con Egipto desde tiempos anteriores a los de los faraones, exportando al norte los tesoros exóticos del África Negra, marfil, maderas tropicales y esclavos (y luego, también, los preciados enanos que actuarían como músicos). Desde 1500 a.C., durante unos cuatro siglos, los faraones fueron, además, señores de Nubia. Ramsés II se preocupó especialmente de aquel territorio, excavando en la roca los templos de Abu Simbel. A su vez, en el siglo VIII a.C. el reavivado reino nubio de Napata ocupó todo Egipto y lo gobernó como 25ª dinastía hasta la invasión asiria.
Estas empinadas pirámides de la región de Napata y Meroe son las tumbas de los faraones nubios. Existen en un número mayor que el total de las otras pirámides que se construyeron en Egipto. Su altura desafía a la de las egipcias, pero su base es de alrededor de una quinta parte.
Estas fotos las tomó James Henry Breasted, director del Museo Oriental de Chicago (después Instituto Oriental) durante sus dos expediciones a Nubia.
James Henry Breasted copiando las inscripciones del rey Tutmés III
—también nombrado como Tutmosis III, ca. 1500 a.C.—
en el Templo de Horus en Edfú (1906)
—también nombrado como Tutmosis III, ca. 1500 a.C.—
en el Templo de Horus en Edfú (1906)
James Henry Breasted empezó estudiando lenguas bíblicas para acabar siendo, finalmente, en 1894, el primer doctor en egiptología de América. Fue el fundador de los estudios de egiptología en Estados Unidos, miembro de aquella generación de investigadores que iniciaron las excavaciones de los restos de las grandes civilizaciones, desde Egipto a Persia. Fue quien acuñó la famosa expresión de «el creciente fértil» para designar las tierras del Tigris y Éufrates.
Columnas de Osiris en el vestíbulo del templo de Ptah en Gef Husein
(siglo XIII a.C. ahora bajo las aguas del lago Náser)
(1906)
(siglo XIII a.C. ahora bajo las aguas del lago Náser)
(1906)
James Henry Breasted fue el autor de la primera Historia de Egipto científica en inglés, y publicó en 1906 cinco volúmenes con las traducciones de todas las inscripciones egipcias conocidas hasta el momento, un manual que todavía hoy aprovechan los egiptólogos. (1 2 3 4 5)
El Nilo al fondo del eje principal del templo de Dakka (1906). Este templo, a causa de la
presa de Asuán, fue trasladado en 1968 al nuevo Es-Sebwa.
presa de Asuán, fue trasladado en 1968 al nuevo Es-Sebwa.
La primera presa de Asuán —la «presa baja»—, se acabó en 1902, aunque las obras de mantenimiento y cambios seguirían constantes, aumentando su altura hasta que se decidió en 1952 la construcción de la «presa alta». Desde esa primera fecha los templos y poblados de la Baja Nubia empezaron a verse afectados. La incipiente egiptología internacional alertó de inmediato sobre los daños. Breasted tuvo fuerza suficiente para convencer a los patrocinadores de la Universidad de Chicago (a Rockefeller Jr. el primero) de que le ayudaran en una expedición que investigara los monumentos nubios.
James Henry Breasted, su esposa, la pianista Frances Hart y su hijo Charles,
más tarde biógrafo de su padre (1906)
más tarde biógrafo de su padre (1906)
La expedición que incluía, además de la familia Breasted, a dos fotógrafos alemanes (Friedrich Koch (1905-6) y Horst Schliephack (1906-7), partió de Asuán en el invierno de 1905. Viajaron remontando el Nilo, fotografiando y copiando todas las inscripciones que encontraban a su paso.
Al acabar su expedición en la primavera de 1907 nos legaron cerca de 1200 fotografías, todas están ahora digitalizadas y publicadas por el Instituto Oriental. Pulsando sobre los topónimos del mapa de la expedición pueden verse aquellas que se tomaron en ese lugar.
A finales de 1959 Egipto decidió poner manos a la obra y construir la Presa Alta de Asuán con el concurso de la Unión Soviética. El embalse tras el muro de cien metros de alto empezó a llenarse de agua en 1964. En 1970 toda la antigua Nubia descansaba bajo las aguas. La población nubia, con su propia lengua y cultura, fue deportada y realojada a lo largo de Egipto. Entre estos nubios estaban los descendientes de un grupo de húngaros capturados por los turcos alrededor de 1500: sobre esta peculiar historia escribiremos más tarde.
Desde inicio de los 60 todos los egiptólogos del mundo tuvieron que hacer muchas horas extras para salvar en lo posible los monumentos de la zona. Se llevaron a cabo gran número de excavaciones y se desplazaron todos los pequeños monumentos que se pudo, así como veintidós grandes templos. Con todo, fue un pequeño rescate, una parte mínima de los monumentos nubios: el resto permanece bajo las aguas del inmenso lago Náser. Otra parte ha sobrevivido unicamente en estas fotos tomadas por el equipo de Breasted.
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