«Se dice que Odessa no es solo una ciudad, Odessa es la sonrisa de Dios» —así empieza su foto-ensayo Alexander Belenkiy.— «Ayer, el último día del año, llegué aquí por segunda vez en mi vida. Esta ciudad no se parece en nada a cualquier otra ciudad del Mar Negro, a ninguna otra ciudad de Ucrania. Es sencillamente imposible revelar su ambiente en las fotos» —y hay que saber que Alexander es uno de los mejores foto-bloggers rusos.— «La mayoría de las fotos de Odessa muestran una ciudad descuidada, decadente, depresiva... pero en realidad tiene algo que vibra en el aire, que fascina y hace que te enamores de ella. Incluso ahora, en invierno.
Estaba en una calleja tomando fotos de la estatua del otro lado de la carretera. El tranvía se detuvo y esperó a que sacara la foto. El conductor me sonrió y siguió adelante. En el paso de cebra había un policía con un cubo en la mano. Desaceleré y le hice un gesto de saludo —¡Adelante! El policía me devolvió el saludo y levantó la mano —¡Adelante! Y en el mercado me dieron un pastel. Así como así.
Este es mi regalo de Año Nuevo. Imágenes de las calles y patios de Odessa».
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