Vivimos días de justificada agitación mundial sobre el proyecto de ley que se presentó hace unos meses en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, la SOPA (Stop Online Piracy Act, o Acta de Cese de la Piratería en Línea). Es una ley que quizá albergue algún propósito loable en la superficie, pero lo cierto es que amenaza profundamente la existencia de la web como lugar abierto, criminalizando de manera arbitraria el flujo de conocimiento e ideas, volviendo inseguro su uso y destruyendo uno de los pocos avances socioculturales revolucionarios a escala planetaria que nos dejó el siglo pasado. Una SOPA muy negra, en suma, la que nos ponen sobre la mesa los legisladores estadounidenses. Algo como aquella μέλας ζωμός, (melas zomós, sopa negra) que cuenta Plutarco (Vida de Licurgo, 12) que preparaban los espartanos y que era tan redomadamente mala que tras haberla probado entendía por qué siempre estaban dispuestos a morir.
En 1526 los turcos mataron en la Batalla de Mohács al joven rey húngaro Luis II, cuya mujer, Margarita (que luego sería gobernadora española en Flandes), era de la casa de Habsburgo. Inmediatamente, Fernando I de Habsburgo, hermano del emperador Carlos V y casado con una hermana del fallecido Luis II, reclamó su derecho al trono y fue coronado. Pero lo cierto es que también había sido coronado como Juan I de Hungría, a la vez, el voivoda de Transilvania Juan Szapolyai, que era prácticamente el único noble húngaro que mantenía un ejército poderoso.
En 1528 Juan I firmó un tratado con Solimán el Magnífico. Solimán tomó Buda en 1529, barriendo los restos del ejército imperial habsbúrgico y retirando a Fernando I hacia Viena. Acto seguido, se la entregó a Juan I. De este modo, Hungría se mantuvo en un estado de semiindependencia hasta la muerte de Juan I.
El rey húngaro murió en 1540 dejando un único hijo recién nacido, Juan Segismundo —que luego sería el primer príncipe de Transilvania—. Al enterarse de la muerte de Juan I, Fernando de Habsburgo armó de nuevo el ejército y marchó a reclamar sus antiguos derechos. También partió hacia Buda Solimán, feroz enemigo de la Casa de Austria. Los nobles y señores húngaros, nerviosos frente a la proximidad de dos grandes ejércitos con los que no podían terciar, sin posibilidades de negociar tampoco la continuidad en el trono del rey recién nacido pero, de hecho, comprometidos con Solimán, decidieron mantenerse fieles al turco.
de las calles de Logod y Bugat, al pie de las murallas y donde estaba la destruida
aldea de Logod. En el punto rojo están los restos de la iglesia medieval.
En el azul la iglesia de la Virgen, convertida en mezquita.
Ver en Google Maps.
que se adentra en el país. La parte occidental quedó para siempre en manos de los
Habsburgo; y la parte oriental, por acuerdo con Fernando, en manos de Juan
Segismundo, príncipe desde entonces del Principado de Transilvania
(1571), heredado al poco tiempo por István Báthory.
Y ahora, gracias a que Internet es libre, también tú, si has leído hasta aquí, acabas de descubrir cómo la historia carga de sentido todas las expresiones. No nos gusta nada esta SOPA negra de los políticos americanos. Es negra como boca de lobo.
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